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sábado, abril 20, 2024

[OPINIÓN] Elecciones, dictadura de Estado y el fracaso PAN-Sosa

. Dependencia por dependencia, oficina por oficina, la orden fue elaborar una lista completa de los “compromisos” a los que los funcionarios se comprometían para trabajar la campaña de Francisco Olvera. Estas se conformaron mediante una hoja membretada con el color rojo distintivo de su campaña, con el logotipo oficial “Paco Olvera. Vas a ganar más. Palabra de Hidalguense”. Ahí, punto por punto se especificaba el trabajo a realizar, según el perfil del área (ya sea una oficina técnica, administrativa u operativa), que al final contenía el nombre y puesto de la persona “comprometida” con el abanderado tricolor.

Por Luis Alberto Rodríguez / Desde Abajo

Tal como lo dijo Francisco Olvera, el avasallamiento del PRI en las elecciones del domingo se logró “gracias al trabajo” del gobernador Miguel Osorio ¿Acto fallido? ¿Cinismo? Quizá ambas. Lo que el ex secretario de Gobierno quiso decir fue que su triunfo y el de sus correligionarios en 52 municipios más se debió, quizá, al ejemplo político y administrativo brindado por el mandatario. Pero no fue así. Explícitamente, el priísta agradeció al mandatario la victoria electoral.

La interpretación se agudiza debido a las denuncias que pesan sobre la jornada electoral en donde se evidencian la compra de votos, el mapacherismo operado por agentes tricolores del Estado de México y Veracruz, pero sobre todo, la por demás abierta participación de funcionarios de alto y medio nivel en todos los distritos electorales a favor del PRI. Y lo peor: Las amenazas vertidas sobre empleados de confianza y de contrato mínimo del Gobierno estatal por parte de sus máximas autoridades para que “apoyaran” a los abanderados priístas.

El caso más probado se dio, justamente, en Pachuca, sede del poder Ejecutivo. Dependencia por dependencia, oficina por oficina, la orden fue elaborar una lista completa de los “compromisos” a los que los funcionarios se comprometían para trabajar la campaña de Francisco Olvera. Estas se conformaron mediante una hoja membretada con el color rojo distintivo de su campaña, con el logotipo oficial “Paco Olvera. Vas a ganar más. Palabra de Hidalguense”. Ahí, punto por punto se especificaba el trabajo a realizar, según el perfil del área (ya sea una oficina técnica, administrativa u operativa), que al final contenía el nombre y puesto de la persona “comprometida” con el abanderado tricolor.

A otro más, se les distribuyó por regiones, según le encomienda distrital previamente ordenada a cada secretario de Estado. A municipios como Zimapán, Ixmiquilpan, Tizayuca, o Huejutla se trasladaron obligadamente trabajadores de confianza de las diversas secretarías a apoyar las campañas priístas. De lo contrario, sus contratos laborales estarían por terminar.

Lo anterior sin eximir el uso explícito de los recursos de propaganda oficial, que se empató con la del PRI. Además que la inauguración y promoción de obras públicas no se frenó durante las campañas.
Quizá a esto se refirió Olvera Ruíz al agradecer al titular del Ejecutivo su labor a favor del PRI, que, por su parte, no dejó de distinguirlo como “orgullosamente priísta”, antes, durante y después de la jornada electoral.

UAEH: Más de lo mismo

Junto a la labor de Estado tricolor, destaca el usufructo y coerción de los recursos humanos de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) en apoyo de la campaña del candidato del PAN a la alcaldía de Tulancingo y hermano del jefe de la Sosa Nostra, Damián Sosa Castelán.
En ella se utilizaron los recursos universitarios, vía Fundación Hidalguense, en apoyo logístico, económico y humano de la campaña panista, en una elección marcada como “prioridad” para el Comité Ejecutivo Nacional del PAN y su presidente Germán Martínez Cázares.

Desquitando su rotundo fracaso, es necesario alertar una vez más sobre la coerción de la comunidad universitaria para apoyar al hermano menor de Gerardo Sosa Castelán. Los actuales porros agrupados en el Consejo Estudiantil Universitario, inscritos en la nueva adquisición sosista, el Partido Socialdemócrata, conformaron las brigadas panistas. Y fue hasta el día de la elección cuando en punto de las siete de la mañana, citados en la sede del Centro de Extensión Universitaria (Ceuni), académicos, funcionarios, coordinadores de la Universidad se trasladaron a Tulancingo con la consigna de “cuidar la elección” de Damián Sosa. Una vez más, la amenaza de perder su trabajo de no hacerlo corrió entre los trabajadores.

En tanto, los porros neopesedistas se aprestaron a la posibilidad de reventar la elección el día de la jornada, mediante votación masiva en las casillas donde fuera perdiendo Sosa, las cuales, al registrar votos foráneos, serían canceladas.

Aún con esto, el clan Sosa perdió una vez más la tan ansiada presidencia municipal de Tulancingo.

El fracaso panista

Aún si la llegada de Olvera a la alcaldía capitalina significa el reforzamiento de la dictadura de Estado en Hidalgo, la derrota de Daniel Ludlow ofrece ganancias políticas al evitarse la llegada del Grupo Universidad al gobierno pachuqueño.

Su debacle electoral ha sido fruto de sus propios errores. Su alianza con Gerardo Sosa Castelán le demeritó, pero la debilidad de su equipo de campaña terminó por hundirlo.

Conformada por militantes panistas sin experiencia política ni electoral, la aventura de Ludlow por alcanzar su histórico anhelo de gobernar Pachuca terminó por caer en las redes de la mapachería tricolor. Sus nervios les traicionaron. Faltó estrategia y, en todo momento, confiaron en un supuesto conglomerado ciudadano que su juicio les entregaría el resultado, por lo que no consideraron cubrir flancos organizativos por donde, finalmente, entró el enemigo.

¿Dónde estuvo su dirigencia durante la gresca de la calle Covarrubias? En contraste, el primero en llegar armado con contingentes tricolores dispuestos a batallar fue el presidente del PRI en la ciudad, Roberto Rico. Ante él, sólo se encontraron un candidato a regidor como única figura de peso del PAN para defender al andanada priísta, sucumbieron evidenciando la poca capacidad de reacción del blanquiazul, en una elección que advirtió todo el uso de la maquinaria priísta.

Los panistas se vieron faltos, inocentes, sorprendidos. Y mientras Daniel Ludlow volvió a su curul en el Congreso de la Unión con un futuro político ennegrecido, el PAN nacional se apunta su tercer descalabro consecutivo en el 2008, hundiéndose hasta el fondo en Hidalgo.

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