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viernes, marzo 29, 2024

El martillo de las brujas 2010

por Tania Meza Escorza

Había una vez, hace más de cinco siglos, dos monjes que compilaron en un libro toda la misoginia del medioevo. En 1486, Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger escribieron en “El martillo de las brujas” la manera más adecuada para torturar y asesinar a las mujeres transgresoras, entonces llamadas brujas.

524 años después de la publicación de este sanguinario libro del necro-catolicismo, las mujeres del siglo XXI seguimos padeciendo todos los tipos existentes de violencia, por el simple hecho de ser mujeres, y más aún si somos transgresoras del patriarcado.

Bellas, inteligentes, dueñas de sí mismas, con el conocimiento como arma principal en la lucha por el respeto público en un mundo masculino altamente misógino. Así eran en realidad las brujas de la edad media, tan alejadas del estereotipo transmitido oralmente de generación en generación por el judeocristianismo y masificado en Occidente por Walt Disney.

Brillantes, empoderadas, dispuestas a pelear por los espacios de poder público en un contexto patriarcal que hasta ahora las ha obligado a permanecer en un segundo plano, las mujeres avanzamos hacia el poder transgrediendo el papel primero de amas de casa, luego de militantes de base, para pasar ahora de ocupar las suplencias, a las titularidades en los cargos políticos.

A las brujas del medioevo les ocurrió lo mismo. Cuando el cristianismo medieval les dijo “váyanse a su casa” ellas se fueron al bosque. Cuando les dijo “váyanse a atender marido e hijos” ellas optaron por la soltería. Cuando les dijo “El conocimiento es sólo para el clero”, ellas dieron la bienvenida a la práctica científica transmitida verbalmente desde tiempos ancestrales.

La investigadora mexicana Hypatia Velasco sostiene que durante los siglos XVI y XVII el pensamiento dominante justificó el asesinato de mujeres en la creencia de que eran brujas, provocando la llamada “cacería de brujas” en la que miles fueron perseguidas y asesinadas injustificadamente, después de enfrentar juicios hechos por el Santo Oficio quién ordenaba que fueran enviadas a la hoguera, que se les torturara o linchara o que provocaba que se suicidaran dentro de las cárceles.

Desde la antigüedad, las sociedades patriarcales han utilizado el feminicidio como una forma de castigo y control social ejercido por los hombres sobre las mujeres.
Esta cacería de brujas es un ejemplo de lo que hoy es el feminicidio.

El tiro de gracia para su aniquilación total, fue el que la trasgresión femenina no dejara precedente, que las nuevas generaciones de mujeres no fueran a pensar que ése era el camino y quisieran volver a enfrentar al machismo. Por ello, no sólo las asesinaron, sino las desprestigiaron ante los ojos de todo el mundo.

Según Hypatia Velasco, al final la cacería de brujas cambió la percepción sobre las mujeres pasando de considerarlas “brujas poderosas y amenazantes” a “viejas histéricas” haciendo hincapié en la subordinación de la mujer en el matrimonio.

Es decir, eran trasgresoras porque eran viejas, feas y nadie quería casarse con ellas, por eso envidiaban y hacían maldades a las jóvenes, bellas y sometidas (como el modelo de la princesa Disney) Así que la enseñanza fue: Si quieres emanciparte, cuestionar y confrontar al patriarcado, es porque eres fea y nadie quiere contigo. Si fueras linda tendrías a un hombre que quisiera desposarte, convertirte en madre y hacer que dejaras de pensar sandeces.

Ésa ha sido una de las razones por las cuales a las mujeres se nos educa masivamente para el matrimonio, para no tener “malos pensamientos”, es decir, para no ser las nuevas brujas cuestionadoras del orden político imperante, que como género nos excluye.

Las brujas de hoy seguimos siendo tachadas de histéricas y amargadas, pero la diferencia es que esos calificativos cada vez nos importan menos. Aún somos minoría, pero las brujas de hoy seguimos siendo las mujeres científicas, sabias y empoderadas que vamos a la escuela, que ocupamos cargos públicos en los que antes sólo había hombres, que accedemos a los espacios en los medios de comunicación no nada más para reforzar el estereotipo del objeto sexual y que educamos a nuestras hijas y alumnas para vivir y crecer libremente.

Sí, “El martillo de las brujas” sigue vigente y prueba de ello son los feminicidios en todo el mundo, la diferencia es que ahora algunas brujas hemos visibilizado el hecho y trabajamos todos los días contra la violencia hacia nuestras hermanas de todo el planeta.

Comentarios: taniamezcor@hotmail.com

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