El arte circense lo trajo a México; buscaba aventuras y nuevas oportunidades. Así, ya se cumplieron tres años desde que Jean Paul dejó Venezuela, su tierra natal.
La pandemia por covid-19 lo orilló a salir de las carpas del Circo Ricci, al cual, la crisis lo dejó varado en Tepeyahualco, Zempoala, Hidalgo.
Sin funciones, sin público, El artista sacó su pequeño show de equilibrismo de la carpa y lo llevó a la calle, dónde hace suertes apenas se pone en rojo el semáforo del Bioparque.
Frijolito, cómo se hace llamar, es integrante de una familia de artistas que tiene un pequeño circo errante. A pesar de haber detenido su camino, la pandemia no frenó su ánimo de equilibrista. Además, sus dos familias, la mexicana y la venezolana, necesitan del dinero que gana en cada brevísimo show.
“Me he encontrado a personas que me felicitan, me dicen cuídate mucho, me apoyan mucho y siempre se los agradezco porque no cualquier persona hace eso y cuando lo hacen me siento que les importo, como si me demostraran amor y por eso yo las aprecio mucho”.
Jean Paul dice sentirse arropado por este país. De México destaca su belleza, su gastronomía y la calidez de su gente; la sonrisa de los niños que ven su acto en los semáforos también lo motiva a continuar con su número, al menos, unas trescientas veces por día.
Con el cansancio a cuestas retorna a casa con la satisfacción de haber hecho sonreír a los pachuqueños que pasan por la transitada avenida Juárez.
