El periodista Jenaro Villamil, experto en conflictos de interés en medios de comunicación, describe en un artículo para Proceso lo redituable que ha sido para Televisa y TvAzteca el reality show en que han convertido la muerte de la niña Paulette Gebara Farah. Inmediatamente antes, la tele se atascaba con el balazo a Salvador Cabañas. Pero, pasado de moda el americanista, el nuevo pretexto de enajenación es éste caso que, en el fondo, pretende ocultar la negligencia y probable corrupción política en la que ha incurrido en gobierno de Enrique Peña Nieto –protegido de ambas compañías-, en la resolución del conflicto. Así como recientemente lo hicieron al vetar información sobre la represión que el priísta ordenó sobre los pobladores damnificados de Chalco, ahora las televisoras no tienen pudor en explotar al extremo del morbo el probable asesinato de una niña con discapacidad intelectual. Con eso y el ejemplo de la TV pública hidalguense, el PRI avanza, más peligroso que nunca, con el poder de manipulación mediática. Sin embargo, queda una esperanza posmoderna: Ni los medios son Dios ni la gente tan estúpida como algunos siguen creyendo.