La burguesía quiere separar y sepultar al chavismo, sus amos imperialistas la han puesto en el camino de la provocación directamente contra los sectores más firmes y consecuentes de las clases y sectores del pueblopero no están en condiciones de evaluar con claridad el golpe que recibirán.
por Felipe Cuevas Méndez
La burguesía quiere separar y sepultar al chavismo, sus amos imperialistas la han puesto en el camino de la provocación directamente contra los sectores más firmes y consecuentes de las clases y sectores del pueblo, buscan cualquier agresión en medio del dolor para intervenir al país por mezquinos intereses político-económicos, pero no están en condiciones de evaluar con claridad el golpe que recibirán. Por esto y otras razones es importante replantear algunos aspectos sobre Chávez, el chavismo y el pueblo.
El pueblo venezolano enfrenta desde siempre la negación de la clase burguesa y sus secuaces, el proletariado y sectores populares tienen una larga batalla por su ascenso revolucionario y su dignificación humana, por sus derechos y su lugar en la historia. Tan canalla es la burguesía y su oposición que siguen sin asumir que éste pueblo ha avanzado en su consciencia y su práctica política, vale recordar cómo desató su saña contra el gran líder Hugo Chávez porque a través de ello se pretendía conseguir la humillación de todas y todos, el arrodillamiento del pueblo. La burguesía y el imperialismo son los primeros interesados en que las luchas de clases impulsadas por Hugo Chávez y su legado no trasciendan, hace todo cuanto está en sus manos para opacarlo y rechazarlo con tal que no anide en el corazón del pueblo venezolano, una prédica que llega en muy mala hora porque lo que hay es reafirmación y fidelidad.
En éste mundo convulsionado, de confusiones y diversos criterios, es natural que la burguesía eche mano de todo tipo de recursos con el propósito de anular los efectos de la importante etapa histórica que ha vivido Venezuela en América Latina, las revolucionarias y revolucionarios junto a los pueblos del mundo estamos obligados a impedir esos designios. La reacción apunta a la división, a que existan divergencias sobre la naturaleza y contenidos del chavismo en el plano de las clases sociales, el activismo político y las condiciones generales; su campaña feroz pone en primer plano el odio a todo lo que emane de la lucha de los pueblos. Si a ello le sumamos la presencia de prejuicios animados por las clases dominantes y la predisposición de posiciones unilaterales que siempre “reconocen” pero apuntan en primer plano a los errores y las diferencias “porque dicho pensamiento no está de acuerdo con tal o cual postulado” de su interpretación particular, entonces tenemos una problemática que es necesario solventar,
dar su tiempo su lugar para ubicar, o por lo menos abrirnos a un nuevo plano del debate popular-revolucionario.
A este respecto la propaganda capitalista apunta a los siguientes rubros: Suprimir la experiencia chavista, evitar que el chavismo trascienda como pensamiento-acción política, y los riesgos del fetichismo:
1. Suprimir la experiencia chavista
Borrarse de la memoria histórica de los explotados y oprimidos, expresado hasta en el dilema opositor porque no se le rindiesen honores, porque se acepte que “nadie se los devolverá”, que lo “dejen descansar”, “que le den cristiana sepultura”, “ni se use su imagen”. Porque ella encierra la experiencia de lucha de clases contra el capitalismo en medio de tormentosas condiciones propias de América Latina contra el imperialismo y las oligarquías. Porque despertó a las clases y sectores populares a la acción política en forma tal que consiguió su unidad, el rescate cultural, su patriotismo y el horizonte socialista. Porque elevó al sujeto revolucionario en condiciones de continuar su lucha contra el sistema burgués aún imperante, representando una alternativa ajustada a la complejidad de las relaciones dominantes en un contexto en que fueron necesarias unas conquistas vitales para la lucha – la conexión del por ahora– aún en medio de delicadas circunstancias frente al burocratismo, la descomposición burguesa y que el conjunto de los medios de producción sigan operando en base a la premisa mercantil capitalista.
2. Evitar que el chavismo trascienda como pensamiento-acción política
La existencia de la teoría revolucionaria del proletariado, en un proceso de luchas internas, no está reñida de ningún modo con la existencia y coherencia del pensamiento y acción de los grandes revolucionarios y los pueblos, sino que son importantes elementos que elevan y refuerzan la lucha de clases, la conciencia histórica de nuestros pueblos y el rico legado de cada uno. El bolivarianismo, el zapatismo, el sandinismo, el chavismo; por más detalles, especificidades, concreciones o asentamientos en su entorno que posean, siempre trascienden al patrimonio de todos los pueblos, ligan la lucha general con la lucha concreta de las clases oprimidas de cada país.
La burguesía quiso que el pueblo se avergonzara de su condición chavista, llevó esa política al plano de una confrontación aguda de muchos años por desprender a valiosos sectores de su esencia de clase y enfrentarlos a la lucha democrático-revolucionaria, esa clase parasitaria persiste en la provocación, ella que rechazó durante todo el siglo XX al bolivarianismo, hoy pretende enfrentarlo al chavismo como si uno y otro no fuesen parte de la misma matriz popular-nacional (Campaña Hugo Chávez vs Campaña Simón Bolívar), pero en su torpeza de contrastación sólo consiguen demostrar que ya sitúan a Chávez en el mismo plano que Bolívar. Negó que el chavismo pudiese ser un ideario, un pensamiento político coherente con los intereses de los explotados, enredó a éste en medio de los problemas de las relaciones dominantes dentro del Estado capitalista, el burocratismo y otros problemas sociales, para aniquilarlo y hacerlo salir por la puerta trasera; así incluso consiguió la fragmentación de criterios por estratos sociales para que no se desarrollase como posición revolucionaria o se le viese sus aspectos de lucha contra las circunstancias de la lucha.
El chavismo no ha pretendido ser una teoría, pero indudablemente a su manera salió al paso ante las secuelas del derrocamiento de lo que al final fue un socialismo de fachada en la URSS, aprovechado para descalificar la revolución proletaria y la construcción del socialismo, en el supuesto triunfo del capitalismo sobre el socialismo; replanteó un tipo de socialismo sobre el cual se suscitaron tantas interpretaciones (en las que se acomodaron distintas posiciones), pero que por más críticas pertinentes que se suscitan dejó nota de la importancia socialista aún cuando quedaron pendientes sus tareas, tuvo la gloria de proponer un programa apuntando en esa dirección.
Hoy día todavía existen catequistas que dicen quién es, y quién no es, revolucionaria o revolucionario, desoyen a los pueblos, reconocen todo cuanto pudo hacer Hugo Chávez pero su dogmatismo les impide aceptarlo en su condición de revolucionario como si ello significase ceder algo de su propiedad política, pero es necesario desprenderse de esos juicios, porque de esa manera se amplían nuestros horizontes socialistas y comunistas.
La complejidad del chavismo está en la propia complejidad de la lucha de clases que le ha tocado enfrentar, en la insurgencia cívico-militar crítica de una existencia marcada por la calamidad capitalista y unos trazos esquemáticos sobre la lucha revolucionaria, en el descubrir del propio ámbito de dominación, y en consecuencia del propio camino de lucha por el pueblo, los revolucionarios y su líder, en la lucha contra los lastres de un capitalismo sujeto al imperialismo, los problemas estructurales del capitalismo, pero también del proceso revolucionario para superar las relaciones sociales dominantes, su entorno político y las dificultades en el rol revolucionario proletario-popular.
3. Los riesgos
Ésta amenaza viene de las clases y relaciones sociales burguesas aún implantadas en el país y el mundo, que inculcan a pensar en los héroes del pueblo en entes inocentes o diabólicos y no en armas de lucha para la emancipación. Los medios burgueses también se empeñan en presentar a Chávez y el chavismo en algo ineficaz para enfrentar la realidad, aseguran que cualquier medida social al margen del mercado internacional y sus reglas es imposible y maligna. Hacen todo para que pronto se borre esta historia de luchas en el seno del pueblo, para practicar lavados de cerebro, anteponer lo irrelevante y desconocer las más trascendentales líneas del combate popular como cosa anecdótica producto de la ignorancia de un pueblo. Otras formas apuntan a sistematizar la vida y obra de Chávez al margen de la acción política del proletariado, sectores populares y sus organizaciones; esa labor es importante, pero no se reduce al análisis y la cátedra, a la eficiencia y la gobernanza, debe seguir la trayectoria de la lucha de clases y rescatar todo cuanto contribuya a elevarla por el socialismo, apreciando justamente los logros en el orden público, las estructuras forjadas, las posiciones acuñadas, los problemas no resueltos, las cosas que quedan insuficientemente construidas, los peligros por solucionar, la gran tarea de construir el poder desde abajo y el vanguardismo de clase. Por ello también la afirmación del para siempre debe afirmar toda su sustancia revolucionaria en la lucha de consecuente rumbo al socialismo, en la integridad del pensamiento chavismo con su base popular, en la reafirmación del poder popular asambleario y el control obrero-popular desde abajo.
En el contexto inmediato anterior la lucha de clases debía enfrentar pausadamente sus problemas, en las nuevas circunstancias el pueblo y sus estructuras encuentran la imperiosa necesidad de remontar el paso colectivo, de poner a prueba todas las fuerzas y recursos orgánicos en su seno, dentro de un ámbito político-electoral cargado de tensiones, pero apuntando estratégicamente a la liquidación del capitalismo, el proletariado y la juventud deben montarse en sus grandes tareas, las y los revolucionarios también revitalizan su accionar.