Tremendo revuelo ha causado en los medios literarios (puros y duros) la decisión de otorgarle a Bob Dylan el nobel de literatura 2016 ¿Por qué un cantante ganó el principal galardón de las letras a nivel mundial? La respuesta está en el viento.
Quizá la polémica se concentra en que hay muchos escritores que “merecen” el premio antes que un intérprete y cantante del género funk, blues, soul, jazz e incluso country. Para sus críticos, esa trayectoria valdría una serie de reconocimientos Grammy pero darle el Nobel a Dylan fue “estirar” mucho el concepto de “poeta del rock”.
Yo creo que se puede acabar de un solo plumazo con la algarabía que ha desatado esta designación. Lo digo claro, hay muchos más que merecen el nobel pero reconocer a Dylan no es un despropósito.
Este compositor ya ganó el premio Príncipe de Asturias en 2007 y el Pulitzer en 2008, por su aportación a la música y cultura americanas. Es considerado como aquel que le dio música a los derechos civiles de su época. Hay que recordar que algunas de sus canciones se consideran verdaderos himnos para la lucha social de la década de los sesenta (Blowin in the wind, por ejemplo).
Sus letras fueron la plataforma ideal para rechazar la guerra de Vietnam, sirvieron para señalar la injustificable discriminación y el inadmisible racismo de su tiempo. Con 54 años de trayectoria este compositor sobrevivió a la aplastante influencia de los Beatles y al fenómeno musical de Elvis Presley. Su autenticidad, sin embargo, nunca sucumbió a otras influencias musicales por rentables que parecieran.
Conducido por una extraña mezcla entre originalidad, misticidad y transfiguración este personaje se ha vuelto intemporal porque sus letras de reclamo parecen más pertinentes que nunca. Dentro de la dimensión hermética que lo conduce, Dylan seguirá cuestionando: “cuántos caminos debe un hombre recorrer antes de que lo llamen un hombre”.
Para aderezar aún más su figura de hombre que aborrece los reflectores. El comité del Nobel ha declarado que lleva muchos días tratando de comunicar de manera oficial su decisión pero Dylan no contesta las llamadas. De tal suerte que no sería raro que el oriundo de Minnesota no asista a la ceremonia a recoger su galardón. Como dice otra de sus canciones: “la mía será una profunda soledad disolviéndose muy hondo en las profundidades de mi libertad; y esa será entonces mi canción”.
Sea como sea, Dylan seguirá con nosotros (de manera física o espiritual) para ponerle cerebro a la música y hacer que los sonidos del silencio retumben en nuevas expresiones poéticas.
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