No son sombras, son máscaras de melancolía. Cada rostro es un signo de interrogación: ¿Cuando volverán? ¿Cuando se volverá a escuchar la música de la oferta y sus coros en billetes de quinientos? La sinfonía de las básculas está en los límites del silencio, En su lugar, la ausencia. Un frío distante que oxidó las ruedas de los diablos, entumió la boca del comerciante y a las cajas registradoras las convirtió en ataúdes temporales, desesperadamente inmóviles. Solo un poco de sol se resbala sobre el borde de las lonas. Nadie había notado a las sombras, hasta que brotaron de la pandemia como residuos de otros tiempos. Y parece que los colores de todas las frutas también extrañan la vuelta la melodía del bullicio.