Hoy es un día como muchos otros: traslúcido. No percibo el olor del café que muy temprano prepara Margarita en esa cafetera tantas veces reparada, como casi todos los objetos que componen el menaje de esta casa. La vi por la mañana antes de que se metiera en la ducha que le desinflama los párpados, sin el maquillaje que le tapa los hematomas de las noches funestas, llenas de bruma, cuando todo es aciago.