PACHUCA — Se equivoca el grupo de colegas que se solidarizan con Carlos Loret de Mola en su reyerta contra López Obrador. El conductor de noticias representa todo lo que ha atentado contra el derecho a existir de periodistas, sus libertades laborales y, por su puesto, las garantías sobre libertad de prensa e información que garantiza la Constitución.
Para empezar, me niego a considerar a Loret como un periodista. No lo es pues la manipulación de un canal de comunicación no te vuelve periodista, tanto como tapar una fuga con cinta no te vuelve plomero. El periodismo es una profesión que, por principio, debe observar una deontología que en todo sentido contradice la trayectoria del conductor de Latinus. Un periodista, por ejemplo, de ninguna manera permitiría usar sus medios para la fabricación de culpables y montajes policiacos como lo hizo Loret en el caso Florence Cassez, o la invención de un personaje como la niña «Frida Sofía» para manipular audiencias y golpear opositores políticos.
Pero, sobre todo, el grupo de colegas que toman como propia la causa de Loret y, peor aún, lo empatan con los casos terribles de asesinatos de periodistas en el país, se equivocan pues el conductor televisivo obedece con su tarea a los objetivos de un gran aglomerado de poder que pretende reducir al presidente López Obrador. De menos, se colocan en medio de una guerra entre dos grupos hegemónicos; y de peor, se colocan del lado del representante de grandes monopolios mediáticos, los mismos que le han negado derechos laborales tanto a periodistas como otros trabajadores, y que, con la mano en la cintura, prescinden de reporterxs, fotografxs, editorxs, o diseñadrxs, ninguno de los cuales vive con el cobijo de los millones que tales empresarios depositan en la cartera de Loret de Mola.
