Tuvieron que pasar casi dos años y más de setenta mil seres humanos asesinados bajo las bombas sionistas para que la presidenta Claudia Sheinbaum reconociera que, lo que está pasando en Palestina, es un genocidio perpetrado por el ente sionista-fascista israelí.
Faltaría romper las relaciones comerciales, políticas y militares con ese régimen criminal, pero se entiende que eso pasaría por tensar las propias con Estados Unidos, con cuyos dólares está comprometido México, pero también, sin cuyos dólares y armas no existiría genocidio, o un mundo que lo soportara.
Sin embargo, en voz de la presidenta queda clara la posición oficial de México: «Israel» está cometiendo un genocidio en Palestina y el culpable es ese movimiento político-militar llamado «sionismo», cuyo padre ideológico es David Ben-Gurión; en efecto, el mismo criminal que le da nombre propio al llamado «parque cultural hidalguense», ubicado en Pachuca.
Y ya que Sheinbaum, presidenta del país y líder del movimiento autodenominado Cuarta Transformación, ha dejado claro que la ruta es por denunciar el genocidio contra el pueblo palestino perpetrado por el sionismo, entonces que en Pachuca se haga lo propio y se comience por quitarle el mote a un parque donde las niñeces hidalguenses juegan bajo lo que está nombrado en honor a un genocida.
