10.3 C
Hidalgo
domingo, diciembre 22, 2024

Fidel y la inmensidad de la obra humana de la Revolución

. Una inolvidable entrevista

Avanzaba el segundo semestre del Año de la Victoria. Se adelantaba en el proceso de institucionalización del país después del vacío de poder que se produjo a la caída de la sangrienta y corrupta tiranía de Batista. Se iban dando los pasos previos necesarios para la aplicación de la Reforma Agraria en todo el país, y con ello, dejar bien claro, ante nuestro pueblo, y también ante sus enemigos, que se iniciaba una Revolución verdadera, popular, agraria y antimperialista.

Por Ángel Fernández Vila

Se creó el Instituto Nacional de la Reforma Agraria, INRA, para la instrumentación y aplicación de la Reforma Agraria en todo el país. Paralelamente a la implementación de la medida comenzó una gran campaña popular organizada por el Movimiento 26 de Julio, y dirigida a la explicación de la Ley y la divulgación de los beneficios que la misma traería al campesinado y a la economía del país.

En la provincia de La Habana el Movimiento organizó concentraciones campesinas en los 23 municipios, las que terminaron con una gran concentración, de carácter provincial, que se efectuó en Güines con la participación de dirigentes nacionales.

Como colofón de toda aquella campaña de educación y propaganda se dispuso la celebración de una gran concentración campesina en La Habana, que organizaría el Movimiento 26 de Julio, y traería a la capital del país a un millón de campesinos.

El Movimiento Revolucionario 26 de Julio había demostrado su organización y su capacidad movilizativa, en importantes tareas que le había asignado la Dirección de la Revolución durante aquellos primeros seis meses del Año de la Victoria.:

-Constitución de los gobiernos municipales en todas las provincias, y con ello participación determinante en la institucionalización del país.

-Explicación y divulgación de la Ley de Reforma Agraria mediante concentraciones campesinas efectuadas en todo el país.

-Recaudación de fondos y maquinaria agrícola donados para apoyar el desarrollo de la Reforma Agraria.

-Movilización popular en la provincia de La Habana para exigir la renuncia de Urrutia y la presencia de Fidel en el Gobierno Revolucionario, como Primer Ministro del mismo.

-Organización de la gigantesca concentración campesina en La Habana, en ocasión de la celebración del primer aniversario del Asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Los pasos que iba dando la Revolución en cumplimiento del Programa del Moncada, y en respuesta a las medidas agresivas del gobierno de los Estados Unidos, fueron radicalizando a las masas, incorporando a todas las fuerzas progresistas del país, y exigiendo un aparato político amplio, unitario, que asumiera la dirección de la lucha que ya se comenzaba a entablar, frente a las reaccionarias fuerzas internas y externas que se oponían a la Revolución.

Una mañana del mes de septiembre de 1959, al llegar a mi oficina de la Dirección Provincial del M.26.7, me transmitieron el recado que había dejado el compañero, ayudante del Comandante en Jefe, mediante el cual me citaba para su despacho, en el piso 18 del edificio del INRA (actual Ministerio de las FAR) para el día siguiente a las once de la mañana.

Concurrí a aquella reunión, de cuya agenda no se me había informado, con muchas preocupaciones. Pensaba, desde la noche anterior, y aún el mismo día, durante el trayecto, en los problemas que habíamos tenido en esos primeros meses de nuestra gestión al frente de la Dirección Provincial del M.26.7; recorría mentalmente las tareas realizadas; las dificultades que en el desarrollo de las mismas habíamos sorteado; los errores cometidos; los problemas que todavía confrontábamos. En fin, no conocía el motivo de la citación, pero presentía que era muy necesaria.

A las 11 en punto se me indicó que pasara a la oficina del Presidente del INRA, y al hacerlo, encontré al Comandante en Jefe, que estaba sentado en un butacón separado de su escritorio, y se adelantó a saludarme. A continuación me preguntó cómo marchaba el trabajo en la Dirección del 26 en La Habana, a lo que respondí de forma breve, pues no conocía cuál pudiera ser el aspecto de su interés. Entonces se produjo una pregunta, para mí inesperada:

-Vila ¿tú quieres al 26 de Julio?

A pesar de lo sorpresivo de aquella pregunta, no tuve que esperar mucho para responderla:

-Fidel, tú (1) sabes cuánto nosotros te queremos, cuánto admiramos tu historia y la del 26 de Julio, que surgido de ella, nos permitió, por primera vez, luchar por los ideales martianos que nos inculcaron nuestros maestros en la escuela pública. A ti, y al Movimiento 26 de Julio, les debemos la oportunidad de haber cumplido con nuestro deber para con la Patria.

-Bueno, si es así, te voy a explicar algo: la Revolución no cabe ya en el glorioso uniforme del 26 de Julio: le queda estrecho. Si la dejamos allí, como inexorablemente la Revolución tiene que crecer, lo romperá, y por lo que yo ya conocía de ti, y me acabas de reiterar, ni tú, ni yo, deseamos que eso ocurra, pues lo queremos y aspiramos a que el uniforme que le dio origen, se guarde en una urna, lleno de gloria, para que las venideras generaciones le rindan honor y veneración a él y a los que lo vistieron y con él lucharon, y ofrendaron sus vidas generosamente por los más puros ideales de nuestros próceres, y de nuestro pueblo.

Aquellas palabras de Fidel me llenaban de emoción. Mientras me hablaba, lo contemplaba: mostraba un rostro solemne, como de un profeta, y conversaba rápidamente, como si sus ideas, sus pensamientos, no encontraran cauce suficiente para su expresión. En ese estado de éxtasis en que me encontraba, solo se me ocurrió preguntar:

-Bueno, Fidel, ¿qué tenemos que hacer?

-Bien, respondió. -Tenemos que crear un Órgano Político que sea capaz de reunir, en él, a todas las organizaciones revolucionarias, a todos los que deseen luchar por la Revolución, y, sin exclusión alguna, darles oportunidad de luchar a todos, unidos a nosotros, por el futuro de nuestro pueblo y de su Revolución.

-¿Y entonces el 26¼ ?

Sin dejarme acabar, respondió:

-El 26, queda en la historia, en el sitial de honor donde le rendirán tributo las próximas generaciones.

-¿Y nosotros? Me atreví a preguntar.

-Ustedes pasarán a trabajar en diferentes funciones de gobierno, de acuerdo con las posibilidades de cada cual. ¿No conocías nada sobre esto?

-Bueno -respondí- Marcelo (2) me había dicho algo. Me había informado que tú habías hablado con él sobre este asunto, y que ya él había decidido ir a trabajar en Relaciones Exteriores, que si yo lo deseaba, podía ir a trabajar con él en ese Ministerio.

-¿Y tú qué harías allá?, me preguntó.

-Marcelo me dijo que podría desempeñar la Dirección de América Latina, respondí con cierto tono dubitativo.

-¿La Dirección de América Latina?, repitió Fidel, y acariciando su barba con la mano derecha, gesto característico en él, exclamó: ¡Se acabaron las relaciones con América Latina!

Era evidente que ya el Comandante en Jefe tenía noticias sobre mi carácter, catalogado por algunos como «difícil».

-¿Por qué dices eso, Fidel? Pregunté con expresión de «sorpresa».

-No, por nada -me respondió-. Es solo una broma. Lo que me llama la atención, y no creo que esté bien, es que todos ustedes se estén ubicando cerca de Faustino, Marcelo, Oltusky, y de otros funcionarios procedentes de la lucha en el llano, como si los demás no los quisiéramos. Algunos, por ejemplo, pudieran venir a trabajar conmigo.

-Fidel yo voy a trabajar donde tú me digas

-Bueno, yo te iba a proponer algo, pero te veo así¼ de cuello y corbata. Tú eres un universitario, tal vez no quieras¼

No lo dejé terminar:

-Fidel, yo me visto así porque me lo exige mi cargo de Coordinador Provincial del Movimiento. Los compañeros de la Dirección del Movimiento me llevaron a «El Encanto» (3) y me pusieron todo esto encima. Yo soy mecánico tornero, y antes del triunfo de la Revolución trabajaba para pagar mis estudios, por lo que lo habitual en mi, era andar siempre con un pantalón de mecánico todo lleno de grasa, y una camisa de trabajo.

-Bien –respondió- Entonces te voy a proponer que vengas a trabajar conmigo en el INRA (4)

-Muy bien ¿Cuándo debo comenzar? Pregunté entusiasmado.

-¿Conoces la Ciénaga de Zapata? Me preguntó.

-Bueno, sólo por los estudios de Geografía. Nunca he estado allí.

Me invitó entonces a pasar a un salón contiguo donde se encontraba, extendido y fijado a la pared, un gran mapa de la Península de Zapata. Se dirigió hacia el mapa y señalando con su bolígrafo, me explicó:

-Esta es la Península de Zapata. En su centro, a lo largo de un vasto territorio se encuentra el pantano que constituye la ciénaga. En una de las visitas que he realizado a esta zona, encontré a un campesino, que luego supe que era empleado de un latifundista llamado Escajedo, encaramado en un buldócer haciendo una zanja profunda, con la que, según me informó, iba produciendo el drenaje de esas tierras que, poco a poco, iba arrebatando al pantano e incorporando a las colonias del latifundista. Esto me ha hecho pensar mucho sobre el futuro de estos parajes, y, fundamentalmente, sobre el porvenir de los humildes leñadores y carboneros que, durante muchos años, han vivido en el pantano, excluidos y explotados salvajemente por los terratenientes que se han apropiado, ilegalmente, de las tierras de esa Península.

-Con la finalidad de incorporar este vasto territorio al desarrollo del país y a su actividad económica, hemos indagado y se nos han propuesto dos proyectos:

-Uno consiste en aprovechar la gran reserva energética que constituye la enorme extensión de suelo de turba, combustible de alto contenido energético, con el cual podría ponerse a funcionar una termoeléctrica que daría electricidad, por más de veinte años, a una parte importante de la zona central del país.

-El otro proyecto, es el de construir «pólders», es decir, hacer diques y canales, como se ha hecho en Holanda, a fin de desecar y recuperar la tierra, para luego dedicarla a la agricultura de alto nivel.

-La primera variante de proyecto, el de utilizar la turba para alimentar una gran termoeléctrica, aunque resolvería una limitante que tenemos para el desarrollo de la zona central del país por la falta de energía eléctrica, ¿qué le dejaría a estos humildes y explotados pobladores de la ciénaga, como no fuera el hueco resultante de la extracción y combustión de los suelos donde, durante años, han estado tratando de obtener algún producto para vivir?

-El proyecto de construir los «pólders», es decir, el de la desecación de la Ciénaga, aunque costoso, y de no inmediatos resultados económicos, es, en definitiva, por el cual nos hemos decidido, pues es el que ayudaría a resolver la terrible situación social que han vivido, durante muchos años, los humildes y explotados pobladores de la Ciénaga. No importa que en lugar de darnos resultados económicos de inmediato, por el contrario, tengamos que hacer cuantiosas inversiones y trabajar durante años en este proyecto. Pero con él lograremos, al final, cambiar las condiciones de vida, y de trabajo de estos leñadores y carboneros, al incorporarlos a una actividad económica superior, más humana y gratificante, para ellos y para sus humildes familias….

Observaba a Fidel, mientras, con gran vehemencia me explicaba sus planes para redimir a aquellos humildes hombres del pantano. Veía cómo, a pesar de la difícil situación económica que tenía el país, Fidel le daba prioridad al proyecto que conduciría a la solución de la terrible situación social de los pobladores de la ciénaga y comprendí entonces qué cosa era la Revolución, y cuán extraordinario era aquel hombre que tenía frente a mi, ofertándome la posibilidad de incorporarme, junto a él, al humano proyecto de liberación de los carboneros del pantano.

-Fidel -exclamé entusiasmado-¿Cuándo salimos para allá?

Y así terminó aquella inolvidable entrevista. Yo salía convencido de que había encontrado el sentido por el que, sin conocerlo bien, habíamos luchado, y que ante mi tenía al verdadero dirigente, al hombre predestinado a volver realidades los sueños de nuestros mambises; de los revolucionarios que lucharon contra el sometimiento de la pseudo-república; de los Jóvenes de la Generación del Centenario; los sueños de un pueblo finalmente libre y deseoso de emprender la construcción de una sociedad justa.

Dieciocho meses después de aquella premonitoria e inolvidable conversación sostenida con Fidel, cuando, junto a una veintena de carboneros de la ciénaga, me encontraba a las 2:30 de la madrugada del día 17 de abril de 1961 en las afueras del poblado de cayo Ramona, (5), tratando de interrumpir la carretera hacia Girón por donde ya se alistaban a transitar las patrullas avanzadas de los mercenarios que invadían nuestra Patria, veía a aquellos humildes hombres, armados de escopetas, machetes y palas, afanosamente empeñados en impedir que les arrebataran lo que, con tanto amor, la Revolución les había entregado, y entonces vino a mi mente aquella entrevista tenida con Fidel, donde me anunciaba su decisión de luchar por la redención de aquellos humildes hijos de nuestra Patria que, ahora, ofrendaban sus vidas por su Revolución, por Fidel y por el Socialismo.

Notas:

(1) En aquellos primeros meses de la Revolución, todos tratábamos familiarmente de «tú» a Fidel.

(2) Marcelo Fernández Font: Coordinador Nacional del 26.7 después del Triunfo.de la Revolución.

(3) El Encanto: Famosa tienda de La Habana, destruida por un sabotaje de la contrarrevolución.

(4) INRA: Instituto Nacional de la Reforma Agraria.

(5) Cayo Ramona: Pequeño pueblo construido por la Revolución en la Península de Zapata a unos 8 kms de Playa Girón.

 

Fuente: Granma

Related Articles

Últimas