Uno de los grandes males de quienes migran sus empresas periodísticas desde la Ciudad de México hacia Hidalgo, es su actitud ufana. Medios relativamente medianos llegan vendiendo espejitos, los cuales, más temprano que tarde, se les rompen en la bolsa al darse cuenta que en esta entidad hay una larga historia cultural, periodística y social, por lo que fácil queda en ridículo el que pretende asumirse como el cisma y la luz. Entonces revelan su verdadero interés: al verse rebasados por la historia, se sabe que no llegan a Hidalgo para aportar sus dotes al desarrollo de la región; lo que buscan es sacar dinero fácil y rápido. Cuando esto pasa, de continuo ocurren penosos episodios donde no importa errar con tal de vender una nota, escandalizar y posicionarse en un mercado que, dicho sea de paso, no es crédulo. Ayer, uno de estos tristes ejemplos acusó de «cobrar sin trabajar» a la comunicóloga pachuqueña Andrea Aldama Galicia, auxiliar de la dirección general del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Hidalgo. Usando la lastimera de citar como fuente a «ciudadanos» y «personal (…) quienes pidieron el anonimato», este ejemplo aseguró que Aldama Galicia labora desde 2017 en el Centro INAH, y desde 2015 en la Secretaría de Cultura de Hidalgo, en el mismo horario. Para fortuna de su buen nombre, la propia agraviada ya se encargó de aclarar el caso. Y, en lo personal, sólo me queda confirmar sus respuestas. Por ejemplo, el penoso caso en cuestión aseguró que Aldama labora desde el año 2015 en la secretaría de Cultura; extraño fenómeno metafísico puesto que, en ese año, yo era su profesor de seminario de comunicación en la Universidad La Salle (por supuesto, tanto es una excelente profesional como fue una excelente estudiante y saldó el curso con diez). Amen de eso, la secretaría de Cultura no existía en Hidalgo en ese entonces. Pero Andrea sí colaboró en esta dependencia durante tres meses en el año 2017 ¿Cómo sé que fueron tres meses? Porque soy periodista y ella se encargó de la comunicación social de la naciente secretaría. Cuando terminó, me dio aviso, y luego retomamos colaboración al llegar al centro INAH. ¿Cómo puede un ser humano romper las barreras del tiempo y el espacio para laborar en dos lugares al mismo tiempo, sin haber existido al menos uno de estos? Quizá es que el 2015 duró dos años, o la secretaría de Cultura existió en una dimensión paralela cuando Aldama aún era estudiante y ya se destacaba por su trabajo comunitario en varias regiones de Hidalgo (lo cual sigue haciendo), por el que nunca ha pedido un centavo a cambio; o es que ella tiene poderes sobrehumanos que debe confesar. No obstante, esto sólo confirmaría el destacado profesionalismo de Aldama Galicia, corroborado por quienes, aquí, sí hacen periodismo serio.