Por Otilia G. Sánchez Castillo / Desde Abajo
Si bien es cierto que sabíamos que el gobierno impuesto iba a traer un sinnúmero de consecuencias negativas para la mayoría de mexicanas y mexicanos nunca pensé que fuera tan pronto.
En estos primeros trece días he ido de sorpresa en sorpresa – después del “cierre» del gobierno foxista en contra de nuestros hermanas y hermanos oaxaqueños- la propuesta del presupuesto de egresos con drásticas disminuciones hacia los sectores sociales, salud, educación, cultura, y el obvio incremento a la seguridad pública, evidencian su desinterés por mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población, su carencia de respeto a los derechos humanos, sociales, económicos y culturales y su urgencia por “justificar» su gobierno a través del garrote. Este hecho dio al traste con su discurso populista de la disminución del 10{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} a su salario. ¿Cuánto puede significar esa disminución para quien gana miles de pesos al mes, amén de una serie de recursos que no se contabilizan en su salario pero sí en el erario público?
No en balde la traición que instrumentó gobernación para la captura de Flavio Sosa, uno de los dirigentes más visibles de la APPO.
Pero las sorpresas no terminaron para mí. El día de hoy me encuentro con los nuevos nombramientos en la Secretaría de Educación Pública, desde el nombramiento del yerno de Elba Esther Gordillo a la Subsecretaría de Educación Básica, pasando por el de María Teresa Franco y González Salas como Directora del INBA, como pago a los servicios prestados por la Gordillo durante la campaña presidencial y la jornada electoral del pasado 2 de julio.
La vinculación de Teresa Franco con Elba Esther Gordillo tiene ya varías décadas, principalmente evidenciada durante el periodo en que Teresa Franco fuera Directora General del INAH. Gracias a este contubernio se golpeó muy duramente a la Organización Nacional de Trabajadores Administrativos, Técnicos y Manuales (a.t.m.) del INAH, por el pecado de haber defendido el patrimonio cultural en contra de los intereses particulares de la entonces directora general.
En particular resaltan las acciones con una amplia participación ciudadana y de los trabajadores a.t.m. del INAH, en contra de la iniciativa de ley de cultura del panista Fernández Garza, iniciativa que atentaba en contra del patrimonio cultural y de los institutos encargados de defenderlo, el INAH y el INBA, y las acciones en contra de la construcción de la Plaza de los Jaguares en la Zona Arqueológica de Teotihuacan, megaproyecto en el que mediante un contrato de colaboración con la iniciativa privada Teresa Franco autorizó la construcción de un centro comercial dentro de la zona arqueológica. En este último caso, las acciones incluyeron la petición ante el Congreso de la Unión de juicio político a Teresa Franco, por violentar las leyes en materia de protección del patrimonio cultural, juicio que no prosperó.
Lo que sí prosperó fue la revancha que, ante estas acciones, realizó Teresa Franco en contra de los trabajadores que suscribieron la solicitud de juicio político, en particular los arquitectos Luis Adolfo y Miguel Gálvez González, a quienes acusó de traficantes de patrimonio cultural, sembrando para ello “pruebas» en su contra en las inmediaciones de la zona arqueológica de Huapalcalco, Hidalgo. Las detenciones de estos compañeros, un sinnúmero de demandas en su contra en diferentes juzgados del Distrito Federal así como un constante hostigamiento y represión laboral los mantuvieron ocupados y preocupados por un largo periodo.
Esto es sólo una pequeña muestra de las “linduras» de quien ahora estará al frente del Instituto Nacional de Bellas Artes, con el riesgo inminente para el patrimonio cultural bajo custodia de este Instituto.
Desafortunadamente creo que sorpresas como éstas continuarán, por lo que debemos estar vigilantes.