La derecha de la izquierda
. Estuve como ciudadano, como médico y como diácono en el Plantón del zócalo los 50 días de la Resistencia Civil Pacífica, del 30 de julio al 16 de septiembre… Estuve cada uno de esos extraordinarios días participando y colaborando, repito, como ciudadano, como médico y como diácono… Allí viví, comí, dormí y combatí como todo eso junto… Allí, tal vez por primera vez en mi vida, me sentí integrado y completo…
Por diácono Alvaro Sierra Máyer / Desde Abajo
Estuve como ciudadano, como médico y como diácono en el Plantón del zócalo los 50 días de la Resistencia Civil Pacífica, del 30 de julio al 16 de septiembre… Estuve cada uno de esos extraordinarios días participando y colaborando, repito, como ciudadano, como médico y como diácono… Allí viví, comí, dormí y combatí como todo eso junto… Allí, tal vez por primera vez en mi vida, me sentí integrado y completo…
Porque… cuando estoy en mi consultorio experimento frecuentemente la sensación de que algunos de mis pacientes me quieren a «un tercio» de lo que sé, soy y combato. No quieren escucharme sobre asuntos que tengan que ver con la espiritualidad o con la sociopolítica. No parecen darse cuenta de que sin esos «otros» dos asuntos no puedo ser completo y verdadero médico…
Porque… cuando estoy en el altar o en el púlpito experimento frecuentemente la sensación de que algunos de mis feligreses me quieren a «un tercio» de lo que sé, soy y combato. No quieren escucharme sobre asuntos que tengan que ver con la medicina o con la sociopolítica. No parecen darse cuenta de que sin esos «otros» dos asuntos no puedo ser completo y verdadero diácono…
Porque… cuando estoy en alguna reunión o trabajo sociopolítico experimento frecuentemente la sensación de que algunos de mis compañeros de lucha me quieren a «un tercio» de lo que sé, soy y combato. No quieren escucharme sobre asuntos que tengan que ver con la espiritualidad o con la medicina. No parecen darse cuenta de que sin esos «otros» dos asuntos no puedo ser completo y verdadero ciudadano que lucha por la transformación de México…
En los 50 días de Asamblea Permanente no tuve nunca esa sensación con mis compañeros de Resistencia (excepto con algunos que sólo iban de visita). Allí me sentí aceptado a «tres tercios», como persona completa a quien no se le limitaba o censuraba por ningún aspecto de lo que sabía, era o combatía…. Y yo también podía fácilmente aceptar a todos mis compañeros de los Campamentos, sin censuras ni limitaciones de ninguna clase, lo mismo si me hablaban de Andrés Manuel y del Movimiento, que si me hablaban de su trabajo como comerciantes o como maestros, o si me afirmaban ser no-católicos o incluso ateos… Y creo que la razón era muy simple: Compartíamos todos un mismo gran objetivo, que nos reunía y nos unía profundamente y que estaba muy por encima de cualquier «tercio» propio o ajeno…
Por eso quiero decir aquí algo que ya he dicho en otras partes: La experiencia de los Plantones en zócalo y reforma ha de marcar la pauta y la clave del qué, del cómo y del hacia dónde en la construcción de nuestra IV República. Especialmente en esa Unidad profunda que hemos de tener y buscar en torno a un mismo Objetivo. Especialmente en esa Tolerancia y Apertura a todo pensamiento y a toda creencia y a toda forma de vida y de lucha, con tal de que se persigan las mismas metas…
Es obvio que no hablo de «unidad» con nuestros enemigos. No me refiero tampoco a «tolerancia y apertura» hacia nuestros adversarios de «la derecha» que han sido fraudulentos y cínicos. Tampoco se trata de «respeto» a quienes dicen estar con el Movimiento pero sólo persiguen sus propios intereses. No. Cualquier infiltrado o ladrón en los campamentos, cuando fue descubierto, fue expulsado inmediatamente…
Espero y creo que nadie de los que me leen se pondrá el saco. Pero también quiero ser muy claro (hablo como ciudadano, como médico y como diácono, y no puedo hablar de otra manera) respecto a que hay algunos «compañeros» que se dicen «de izquierda» con los que tampoco debemos estar plenamente unidos, ni ser cándidamente tolerantes, y que son, ellos sí, «LA DERECHA DE LA IZQUIERDA»: intolerantes, cerrados, violentos, soberbios, de mucha lengua y de pocos hechos. Ninguno de estos logró estar más de algunas pocas horas en los campamentos o ni siquiera se presentaron. Pero eso sí, hablan mucho, «saben» mucho y a todo mundo descalifican a no ser sus propios compañeros de «grupo» y con quienes también muy pronto estarán divididos y en pleito… No podemos evitar que se infiltren en nuestro Movimiento hacia la IV República pues no tienen problema con usar moño tricolor o camisa amarilla o decir que son del PRD o del PT o de Convergencia o de Redes. Pero evitemos que nos manipulen, que nos hagan cerrados y rígidos como ellos, que nos dividan… No perdamos el tiempo discutiendo con ellos. Son como los fanáticos de la derecha que hablan y gritan y argumentan, pero no escuchan ni intentan comprender el punto de vista del otro… Sólo distraen, enojan o deprimen. No son constructivos. Son inconformes permanentes. Son incapaces de crear lazos y tender puentes… No están ni estarán nunca con Andrés Manuel más allá de coyunturas y de conveniencias. Detrás de nuestro Legítimo Presidente hablan contra su «pacifismo» o su «cristianismo» o su «izquierda capitalista» –según ellos-, y siempre creen saber mejor que él lo que ha o no de hacerse… Y si así, aunque sea en lo oscurito, tratan a este gran luchador y líder social a quienes seguimos y en quienes creemos millones de mexicanos, imagínense cómo intentarán tratarnos a nosotros los que estamos con él al cien por ciento…
No. Ningún «cristiano» ha de ser intolerante con sus compañeros de lucha que han tomado la decisión de luchar por la IV República siendo librepensadores o ateos. E igualmente ningún «librepensador» o «ateo» ha de ser intolerante con sus compañeros de lucha que han tomado la decisión de luchar por la IV República siendo creyentes… El que decida en su conciencia tomar las armas para intentar construir un México más justo no ha de descalificar a quien busque lo mismo pacíficamente. Y al revés…
Unidad, pues. Respeto y tolerancia. Apertura y amplitud de miras… Eso vivimos y aprendimos en el zócalo en aquellos días históricos… Esto hemos de vivir y aprender todos en la construcción de la IV República… Guardemos, si acaso, la intolerancia y la intransigencia y la cerrazón -pues hemos de reconocer que de estos defectos de «la derecha» todos tenemos aunque sea un poco- para nuestros adversarios. No desperdiciemos esas energías para ofendernos y dañarnos entre nosotros… Miremos en todo momento nuestros grandes y nobles objetivos y mantengámonos unidos contra viento y marea…
Alvaro, ciudadano-médico-diácono de la IV República
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