DECLARATORIA DE EXCOMUNIÓN
. Por eso yo, Alvaro Sierra Máyer, sacerdote católico en el grado de los diáconos, por una parte representante ante los fieles laicos de la jerarquía eclesiástica y, por otra parte, representante ante la jerarquía de los seglares católicos: Pido y exijo la pena de excomunión para los poderosos y ricos empresarios del país que colaboraron activamente en el Fraude Electoral del 2006; los mismos que no pagan impuestos, o los evaden «legal» o ilegalmente, o pagan muy poco; los que ahondan cada día más la enorme desigualdad económico-social en México por su inmoral ambición
por diácono Alvaro Sierra Máyer / Desde Abajo
«Ciertos pecados particularmente graves están sancionados con la excomunión, la pena eclesiástica más severa, que impide la recepción de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos» (Catecismo de la Iglesia Católica # 1463)
Hoy, en México, somos testigos y víctimas de pecados particularmente graves que debieran sancionarse con la excomunión: Fraude, Imposición, Injusticia, Desigualdad, Represión, Violación de Derechos Fundamentales, Corrupción, etc…
Por eso yo, Alvaro Sierra Máyer, sacerdote católico en el grado de los diáconos, por una parte representante ante los fieles laicos de la jerarquía eclesiástica y, por otra parte, representante ante la jerarquía de los seglares católicos:
Pido y exijo la pena de excomunión para los poderosos y ricos empresarios del país que colaboraron activamente en el Fraude Electoral del 2006; los mismos que no pagan impuestos, o los evaden «legal» o ilegalmente, o pagan muy poco; los que ahondan cada día más la enorme desigualdad económico-social en México por su inmoral ambición; los que manipulan a la opinión pública a través de los Medios de Comunicación; los que están detrás de las actuaciones deshonestas y antipopulares de dirigentes y gobernantes elegidos fraudulentamente por ellos y no por el pueblo; los que sólo buscan mantener sus privilegios e intereses egoístas, los que mienten y engañan y actúan hipócritamente, los que no tienen el más mínimo sentido humano y mucho menos espiritual…
Pido y exijo la pena de excomunión para los presidentes, gobernadores y autoridades en general (IFE, TRIFE, SCJN, Secretarías de Estado, Cámara de Diputados y Senadores, etc.) que aceptaron y promovieron medidas fraudulentas para burlar y violentar la voluntad de los ciudadanos y usurpar el poder; los que actúan a favor de los ricos y empresarios y no a favor de la mayoría del pueblo mexicano; los que se sirven del poder en forma personal y familiar en lugar de servir al pueblo de México; los que legislan o juzgan o ejecutan en forma deshonesta y arbitraria conforme a sus intereses de poder…
Pido y exijo la pena de excomunión para los obispos, sacerdotes y laicos católicos que están del lado de los ricos y poderosos y no al lado de los pobres que tienen hambre y sed de justicia; los que se dicen cristianos y que participan en actos de culto pero en realidad no lo son, por sus actos y actitudes contrarios al Verdadero Dios, a la Verdadera Iglesia y a la Verdadera Fe; los que miran con amenaza y escándalo la paja en el ojo ajeno pero son incapaces de mirar la viga en el suyo; los escribas y fariseos del México actual a quienes también hoy Jesucristo, conmigo y con muchos, lanza, como hace dos mil años, su anatema y su excomunión…
Pido y exijo la pena de excomunión para los Medios de Comunicación que sirven a los intereses de las oligarquías dueñas del dinero y del poder; los que han perdido su sentido periodístico, de análisis neutral, y de verdadera y objetiva información; los que mienten descaradamente u ocultan o callan la verdad; los que reciben dádivas u órdenes y así colaboran a la deshumanización y a la descomposición del país; los que dedican tantas horas a los chismes y a las cortinas de humo en lugar de servir a la verdad y a la transformación de las instituciones y de la sociedad…
FE DE ERRATAS
«Con esto (la excomunión) la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia» (Catecismo # 2272)
«Todo lo que no se ajusta a la convicción personal (fe) es pecado (Rom 14, 23), y lo que se hace contra conciencia, edifica para el infierno. No se puede obedecer al juez contra Dios, y se debe antes dejar que caiga sobre sí la excomunión» (Inocencio III; frase incorporada al Código eclesiástico)…
Pero… no… ¡No!… No es mi papel como sacerdote católico, ni como representante y mediador entre la jerarquía y el laicado, ni, sobre todo, como representante de Dios, juzgar, condenar, excomulgar… No. No he de actuar como actúan aquellos que desde lo más profundo de su perversión se han excomulgado a sí mismos («excomunión latae sententiae») y así se atreven a juzgar, a condenar, a excomulgar… No. Pido perdón. Bórrese, por favor, lo que antes he pedido y exigido con toda la fuerza de mi carne y de mi sangre, movido por el dolor de los gritos de mi pueblo que claman al cielo y que sacuden y torturan mi propio corazón…
Es esto lo que realmente debo decir, en el Verdadero Dios, en la Verdadera Iglesia, en la Verdadera Fe: Yo, ÿlvaro Sierra Máyer, sacerdote católico en el grado de los diáconos, por una parte representante ante los fieles laicos de la jerarquía eclesiástica y, por otra parte, representante ante la jerarquía de la Iglesia de los seglares católicos:
Declaro solemnemente que he de respetar y defender el derecho de cada mexicano a decidir, conforme a su conciencia libre y personal, cómo ha de ser, pensar, decir y actuar en todas las circunstancias de su vida personal, familiar y social. Ni yo, ni nadie, tenemos el derecho de juzgar, de condenar, de excomulgar a otra persona… Este es un derecho «de Dios», al que Él mismo renunció hace dos mil años, dejándose clavar en una cruz…
No comparto el ser, el pensar, el decir y el actuar de los ricos y poderosos, de los políticos y autoridades, de los obispos, sacerdotes y laicos, ni de los Medios de Comunicación a quienes me he referido al principio de esta reflexión… Me duelen sus hechos y sus decisiones… He luchado y seguiré luchando contra ellos, con medios pacíficos, pero con toda la fuerza de mi dolor y de mi propia convicción, hasta que comprendan y corrijan sus hechos y su actitud… Pero defenderé también el derecho que tienen a ser-pensar-decir-actuar como lo hacen y no seré yo quien les aparte de la comunión conmigo, con la Iglesia y con Dios… Que ellos mismos se excomulguen («latae sententiae») si no se suman al México Nuevo, a la Nueva República, que está en construcción…
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