. Los adultos construyen un mundo a favor de sus intereses, pero no ven los otros mundos donde los jóvenes cohabitan, se desarrollan, emprenden, construyen, crean, recrean y se divierten. El país entero, no está hecho para las y los adolescentes y jóvenes.
Por Pablo Vargas González / Desde Abajo
Ante las próximas elecciones federales de 2009, resulta fundamental debatir sobre la participación ciudadana, particularmente sobre la intervención de los jóvenes mexicanos en los procesos políticos y electorales. Llama la atención que ante la expectativa de tomar parte en decisiones fundamentales siempre se calcule un bajo porcentaje de asistencia a las urnas; en 2006, los jóvenes con derechos a votar no acudieron en 45{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd}. Lo cual es un indicador de alerta sobre la escasa participación de los jóvenes.
En México se ha desperdiciado el famoso “bono demográfico” de tener una pirámide poblacional mayoritariamente de jóvenes. En México las y los jóvenes representan el 30{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} de la población; un sector con sueños, metas, ilusiones, chavos con todo el derecho de recrearse, juventud que solo recibe por parte del Estado el discurso de la criminalización y sus consecuencias. Muchos de estos jóvenes padecen el abuso policiaco, la estigmatización gubernamental, la indiferencia de la población ante sus múltiples necesidades, las crisis recurrentes, la corrupción de las autoridades y la falta de visión en la política pública para desarrollar acciones interinstitucionales que desarrollen integralmente a la juventud.
Los adultos construyen un mundo a favor de sus intereses, pero no ven los otros mundos donde los jóvenes cohabitan, se desarrollan, emprenden, construyen, crean, recrean y se divierten. El país entero, no está hecho para las y los adolescentes y jóvenes.
La Carta Iberoamericana de la Juventud (2002) considera que las expresiones de «joven», «jóvenes» y «juventud» designan a todas aquellas personas comprendidas entre los 15 y los 24 años de edad. Por su parte, la «Ley de las y los Jóvenes para el D.F.» define al joven como el sujeto de derechos cuya edad comprende el rango que va entre los 15 y los 29 años de edad, y lo identifica como un actor estratégico para la transformación y el mejoramiento de la ciudad. En Hidalgo, la Ley de la Juventud (2007) contempla al joven en el rango de 12 a 29 años.
La juventud no es pues un sector homogéneo. Existen diversas “tribus” de identidad: jóvenes banda, «punks», «skates», «rockers», «hippies», intelectuales y «fresas», entre otros, que tienen necesidades y perspectivas de la realidad diferentes, aunque de una u otra manera tienen un común denominador: la discriminación, la exclusión e incluso la criminalización. Las principales problemáticas de la juventud hoy en día van desde la discriminación por su forma de vestir, de comportarse y de expresarse en distintos ámbitos, como el hogar, la escuela y la calle, hasta la exclusión y negación de sus derechos a la educación, al trabajo, a la salud y a disponer de espacios propios de expresión juvenil.
El punto de partida para que los jóvenes ejerzan sus derechos plenos es que este amplio sector poblacional sea reconocido por la sociedad y gobierno.
Desde las organizaciones sociedad civil han acompañado y trabajado desde y con las y los jóvenes, reconociendo que son sujetos de derecho, que son actores importantes en el andamiaje social de los barrios y las comunidades, estamos seguros que la juventud mexicana es el factor social más valioso con el que cuenta el país.
Desde hace más de treinta años las organizaciones de la sociedad civil han documentado, denunciado y trabajado para la eliminación de las razzias, las redadas hoy nombrados “operativos”. Hay conciencia que sin la participación activa de las y los jóvenes, en igualdad de circunstancias, en pleno respeto de sus derechos, identidades y diferencias, escuchando e incorporando la vida de las y los jóvenes, sus creencias, sus valores, sus ideales y nuevos referentes se puede construir un país mas justo, equitativo y democrático.
A 40 años del Movimiento estudiantil de 1968, donde se expresaron las demandas de cambio social de la juventud mexicana, es necesario reivindicar los derechos de los jóvenes. Es el momento de tomar en serio y a fondo la situación de los jóvenes para que dejen de ser “el futuro del país” y ser desde ahora un sujeto que promueva el cambio social. Retomo las propuestas que las organizaciones civiles han planteado para atender con emergencia y trabajar en los temas urgentes: El derecho a la autonomía juvenil para desarrollar sus derechos plenos.
Garantizar el derecho a la autonomía de los jóvenes implica generar políticas públicas efectivas para el desarrollo integral de las y los jóvenes, es urgente escuchar y apoyarlos para el diseño de sus espacios, y su participación activa en la construcción de ellos. Respetar el espacio vital de las y los jóvenes, derecho a su intimidad, derecho a su recreación y derecho a la seguridad social, y no se les culpabilice ni a ellos ni a sus familiares. Garantizar dos derechos fundamentales es prioritario: educación y trabajo. Que las diversas instancias de gobiernos local y federal acuerden el trabajo integral con la juventud. La creación de oportunidades recreativas, culturales para las y los jóvenes de barrios populares; el barrio, la comunidad también existen. En los derechos de los jóvenes, México sigue teniendo una deuda histórica. Es hora de que se realicen acciones y movilizaciones para escuchar y hacer efectivas sus demandas y derechos.
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