. Nos honramos en presentar la colaboración de Mireya Márquez, destacadísima académica y periodista mexicana, quien es hoy por hoy un punto de referencia en el análisis de los medios de comunicación de México y el mundo, a través de su entorno social, político y cultural. Desde su estancia doctoral en la Universidad de Goldsmiths, Londres, a partir de este momento en la Agencia Alternativa Desde Abajo ¡Bienvenida Mireya!
Por Mireya Márquez / Desde Abajo
Vaya trabajo que tenía el Director Global de Noticias de la BBC de Londres, Richard Sambrook, quien en los últimos seis años tuvo la encomienda no sólo llevar información a los rincones más apartados del planeta, sino de multiplicar al más alto nivel las plataformas de distribución de noticias.
Este lunes Sambrook anunció su renuncia tras 30 años al servicio de la radiodifusora de noticias más grande del mundo, y seis al frente de la dirección de noticias, desde donde ha buscado expandir la presencia de la BBC como líder global de noticias.
La BBC es vista en el mundo como el gran modelo de televisión de Estado: su legislación interna y constitución por decreto real, le protege de ser apéndice del gobierno en turno, aún cuando sufrió de muchas presiones durante agitación política y social que vivió la Gran Bretaña durante la administración de Margaret Tatcher, y a últimas fechas resistió los embates del gobierno laborista de Tony Blair con motivo de la intervención bélica de Reino Unido en Irak.
Su modelo de regulación y financiamiento proviene del impuesto anual que pagan los hogares británicos por su aparato de televisión; lo cual le garantiza en gran medida su independencia financiera y editorial, y le obliga, por decreto, a velar por el interés público.
Aunque sus diversas sedes están en Londres, el servicio Mundial de Noticias transmite noticias en 32 idiomas, a través de radio e Internet; y con frecuencia es el único espacio independiente en países con gobiernos autoritarios o dictaduras donde el flujo de la información es controlada por los gobiernos en turno, o donde la variedad de puntos de vista, opciones y voces alternativas es escasa.
La cultura periodística de la BBC ha ganado un lugar preponderante en la oferta informativa mundial, especialmente por su compromiso expreso con la imparcialidad. Todos los que hemos trabajado ahí alguna vez de inmediato aprendemos a asimilar sus principios editoriales: imparcialidad, veracidad, exactitud, equilibrio e integridad.
Su información debe –aunque no siempre se hace—atravesar por los más altos estándares de calidad: no se publica nada que no haya sido confirmado por varias fuentes; se monitorea el uso del lenguaje para no representar de manera desfavorable o prejuiciada a grupos socialmente vulnerables o a minorías; se privilegia la mesura sobre el caos; la cifra conservadora sobre la alarmante; el contexto sobre la declaración; y a diferencia de sus competidores, la inmediatez no siempre es su prioridad, sino la exactitud, la veracidad y la precisión. Por ejemplo, pese a que otros medios ya reportaban su deceso, la BBC se negaba a dar por muerta a la Princesa Diana tras su accidente en 1997, hasta que el Palacio de Buckingham no confirmara oficialmente la noticia.
Pero esos baluartes que han sostenido por años el prestigio y la credibilidad de la BBC—luego de su papel como instrumento de propaganda para los aliados durante la Segunda Guerra Mundial—enfrentaron bajo elmando de Sambrook su peor crisis de credibilidad de los últimos años, justamente a raíz de otra guerra.
En la víspera de la invasión bélica a Irak, su reportero especialista en asuntos de defensa, Andrew Gilligan, ‘infló’ o ‘acomodó’ una serie de reportajes basados en los que las revelaciones de una fuente no identificada—un científico especialista en armas allegado al Ministerio de Defensa, que después el propio Gilligan habría de identificar como el Dr. David Kelly— ponían en entredicho la veracidad del peligro de las armas de destrucción masiva que supuestamente guardaba Saddam Hussein, y que eran la justificación principal de los británicos para invadir Irak. El posterior suicidio del científico ante el escándalo que causaron sus supuestas declaraciones puso en entredicho la veracidad del periodista y la corporación.
Y mientras para muchos la BBC es una bocanada de aire fresco que a diferencia de CNN o de Sky News, reportan los eventos con imparcialidad y profundidad, otros la tachan de tener un sesgo liberal y progresista en su línea editorial, y con ello, de ser ideológicamente más afín al partido en el poder, el laborista, que a sus opositores del partido conservador. Casi no hay episodio en el conflicto israelí – palestino en el que la BBC no sea blanco de críticas del poderoso ‘lobby’ israelí, que con lupa en mano están a la caza de cualquier información que represente un cuestionamiento explícito a las acciones de Israel en los territorios palestinos. No pocos tildan a la BBC de pro-árabe, pro-musulmana y anti-británica por dar espacio a esas voces en sus documentales y noticiarios, especialmente en el seno del ala más conservadora de la población. Los diarios que capitalizan este segmento de lectores como el Daily Mail o el Daily Telegraph, frecuentemente acusan que la BBC se pasa de ‘políticamente correcta’.
En temas como inmigración, multiculturalismo, terrorismo, guerra o beneficios sociales financiados por los contribuyentes, los votantes conservadores se preguntan si la BBC está con los británicos o con los inmigrantes; con los contribuyentes o con los que no pagan impuestos; si apoya a las tropas británicas en Afganistán o las repudia; o si es demasiado condescendiente con los extremistas islámicos y los ‘terroristas’ a los que entrevista. En el fondo, lo que preguntan a Sambrook respecto a los temas más sensibles que dividen actualmente a la sociedad británica es: ¿debe la BBC adoptar un sesgo liberal cuando es financiada también por votantes conservadores?
Pero la BBC siempre negó dicho sesgo progresista, argumentando su posición siempre imparcial ante los eventos y su encomienda de realizar periodismo independiente, alejado del discurso y el vocabulario oficial, así como su compromiso con evitar los estereotipos y representar de manera justa y equitativa a todas las partes en conflicto, y a todos los segmentos poblacionales del Reino Unido. Sus defensores sostienen que nunca antes la BBC había representado y asumido en su propio seno la multiculturalidad del país, la diversidad de credos y colores, y la defensa implícita a la tolerancia y el respeto.
Adicionalmente, no podrá negarse que a diferencia de otros medios de estado que viven en la obsolescencia tecnológica y dependen de las voluntades políticas para subsistir, Richard Sambrook posicionó los diversos portales de noticias de la BBC como los más leídos y confiables del mundo; siempre a la vanguardia en la provisión de contenido original y multimedia de la más lata calidad a través de radio, televisión, Internet y telefonía celular.
Pero aún con sus grandes pasos, hoy como nunca una emblemática corporación de Estado que era relativamente inmune a los cambios en la industria, se enfrenta a las mismas presiones de sus competidores comerciales: el elevar los ratings y ganar la preferencia de audiencias cada vez más pulverizadas, en tiempos en que el consumo mundial de noticias por televisión está en declive. Así, la BBC es presionada por sus competidores a justificar cada centavo de su presupuesto.
Y es que la población británica, de cuyo impuesto proviene el financiamiento de la BBC, es más diversa y segmentada que nunca. Sus gustos e intereses hoy día han hecho del ‘interés público’ sea un concepto impredecible y ambiguo para los jefes de Sambrook, quienes cada vez se ven más tentados a adoptar la estrategia de las televisión comercial de ‘al cliente, lo que pida’.
Así, las nuevas tecnologías de transmisión y producción de contenidos, las presiones de más competidores que significan la compactación y fragmentación de las audiencias, y la oferta de noticias por cable y vía satélite que impusieron ciclos de noticias 24/7, más intensos y menos espaciados, llevaron a Sambrook a replantearse nuevas rutinas de producción al seno de sus redacciones, y con ello, nuevos ciclos de noticias que hacen más complicado proseguir con los icónicos estándares editoriales la corporación.
Aún cuando la BBC ha apuntalado los cambios necesarios para estar al día y posicionarse como competidor de altura en el mercado de las noticias globales, el resultado ha sido el mismo que en la radiodifusión comercial, según diversos proyectos de investigación al seno de la corporación: más periodismo de escritorio y de estudio, menos de calle, menos tiempo para investigar y verificar, más mandos medios, y sobre todo, más cargas de trabajo para periodistas que hoy son multimedia y multimodales: se deben acomodar a todos los puestos de trabajo, todas las áreas de información, todas las etapas de producción y todas las plataformas de producción en la mitad de tiempo que antes.
Como parte de su estrategia global, en 2008 provocó una ola de críticas al clausurar sus servicios de información hacia Europa del Este—que ya son países de la Unión Europea— para liberar recursos y lanzar su propio canal de televisión en árabe que compita contra Al-Jazeera; y en este año, hizo lo propio con el nuevo canal de la BBC para televidentes de Irán y Afganistán. Los conflictos políticos y sociales por los que atraviesa Medio Oriente, y las dos guerras en las que participan actualmente los británicos, han llevado a cuestionar las motivaciones de la BBC para centrar su atención en esas áreas, muy en paralelo a los intereses del gobierno británico.
Para concretar sus estrategias de mercado, en los últimos años, Sambrook tuvo que llevar a cabo medidas impopulares: recortar el número de periodistas y personal en el área de noticias, desaparecer o fusionar áreas completas de la corporación que eran clave, fusionar brazos completos de la corporación, incluidas salas de redacción, para dar mayor peso y recursos a sus plataformas en línea y sus productos multimedia, donde buscan conservar su liderazgo.
Nadie puede negarle el crédito a Sambrook de que bajo su mando, se lanzaron los canales de noticias en árabe y persa, se posicionaron sus portales de Internet como fuente indiscutible en el mundo, se inauguró la escuela de periodismo de la BBC, se elogió la imparcialidad de muchas de sus coberturas bélicas recientes, se incrementó crucialmente la plataformas para interactuar con sus lectores y escuchas, y se ganaron muchos premios internacionales por sus portales de Internet. También ha salido avante, por el momento, de los embates del magnate de los medios Rupert Murdoch y de algunos miembros de la clase política que cuestionan la viabilidad del servicio de radiodifusión pública en tiempos en que el mercado parece demandar un modelo comercial.
Ya desde hace unos años, al condenar los despidos masivos en la BBC, la Unión Internacional de Periodistas había dicho: “Los enemigos de la BBC sobrevuelan a su alrededor. Quieren tumbar una corporación que apuntala los medios de calidad del mundo”. Para otros, la BBC está más saludable y fuerte que nunca, y habrá de salir airosa de esta crisis por el prestigio y el respeto que tiene la radiodifusión de servicio público, y porque la población británica se ha acostumbrado ya a programación de calidad.
Por ello, quizá el mayor legado de Sambrook no sean sus logros, sino que ha puesto en la agenda pública una discusión seria sobre la pertinencia de la televisión pública: ¿cómo justificar el pago del impuesto a la televisión cuando las audiencias de noticias van cayendo? ¿Es posible que la BBC conserve sus principios de integridad, imparcialidad y ética profesional y al mismo tiempo ser económicamente rentable? ¿Debe verse a los televidentes, lectores y escuchas como ciudadanos o como consumidores? ¿Es posible dar gusto a todos los segmentos de la población?¿Cómo mantener la calidad en un país cada vez más adicto a las celebridades, la cultura de los tabloides y el entretenimiento?
Sin duda el sucesor de Sambrook tendrá muchos, muchos retos. Pero debe recordar que la BBC puede y debe hacer todos los cambios cosméticos que quiera, puede y debe estar a la vanguardia mundial en tecnología y noticias, pero lo que no puede ni debe hacer es perder su esencia y su compromiso con el servicio público: medios comerciales hay muchos, BBC sólo hay una. La BBC es del mundo para el mundo
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