Por Tania Meza Escorza / Desde Abajo
“Al principio todo era de color de rosa, era el noviazgo perfecto, pero desde hace un año hemos peleando mucho. Él ha llegado a asfixiarme en la calle, a jalonearme y a prohibirme que salga con mis amigas y se la pasa diciendo que ando con otros. Cuando discutimos vienen los gritos y los golpes. Luego empiezan las disculpas: ‘perdóname, no lo vuelvo a hacer’. Siempre me dice: ‘Es que yo no te pegaría si no me hicieras enojar’”.
El anterior es uno de los muchos testimonios que sobre violencia en el noviazgo han llegado vía Internet al foro de la Agencia Alternativa “Desde Abajo” (www.desdeabajo.org.mx) enviados por las jóvenes hidalguenses.
En nuestro contexto cultural, desde la infancia se nos educa para que cuando seamos mayores encontremos una pareja con determinadas características para formar con ella una familia. En la mayoría de los casos, las mujeres cargan con la parte más difícil, ya que en el afán de encontrar y mantener al “príncipe azul” se soporta toda clase de violencia explícita e implícita por parte de quien, lejos de ser un héroe, puede convertirse en el villano del cuento.
Pese a la aprobación de la Ley de Acceso a una Vida Libre de Violencia para las Mujeres, las agresiones de todo tipo tardarán un buen tiempo en ser introyectadas socialmente. Más aún, en el caso de la violencia psicológica y económica, es inclusive difícil de detectar, particularmente en el noviazgo cuando, de acuerdo con los estereotipos, todo debe ser color de rosa.
En este 14 de febrero, cuando las industrias culturales avasallan con mensajes “románticos” que promueven la forma de amar establecida por el poder, poco se habla de la violencia durante el noviazgo, la cual es un patrón de comportamiento controlador que una persona utiliza para tener poder sobre su pareja y se refleja en cualquier clase de violencia para obtener control. Ya sea psicológica, sexual, económica, física e inclusive feminicida.
De acuerdo con el Instituto Nacional de las Mujeres, los síntomas más comunes para detectar si se está siendo víctima de violencia en el noviazgo se dividen en dos grandes rangos: las actitudes de quien violenta y de quien es violentada.
La persona violenta en una pareja suele tener cambios de humor, tan extremos y repentinos que hacen pensar que fuera dos personas diferentes a la vez. Se burla de la pareja, le humilla o le avergüenza enfrente de otras personas. Tiene un historial de malas relaciones o de violencia y siempre culpa a las demás personas por sus problemas. Asimismo, la parte violenta suele culpar a la pareja por los malos tratos a los que le somete (“te pego porque me haces enojar”).
Por lo que a la persona violentada respecta, las actitudes más frecuentes en una situación de violencia en el noviazgo consisten en perder el brillo en la mirada, descuidar su arreglo personal, sentirse menos segura de sí misma cuando está con su pareja violenta. Se siente asustada por hacer o decir “algo que no sea correcto”. La persona violentada cambia su comportamiento por miedo o para evitar una pelea.
Otros aspectos a considerar para detectar esta problemática son que el violentador niegue tener una relación de este tipo, se burle del aspecto físico o logros alcanzados de su pareja, le prohíba relaciones de amistad, le acaricie agresivamente o en contra de la voluntad de la pareja, le obligue a peinarse, maquillarse o vestirse a su gusto y, durante las discusiones, trate de manipular demostrando que es muy tolerante (“¡es que mira cómo te pones!, pero si todo está bien, ¿por qué no te relajas?”)
Si en una relación de pareja existen algunas de estas señales, lo primero es buscar ayuda. Hay que contarle todo a otra persona cercana, tomar medidas de seguridad personal, acudir a servicios de ayuda en casos de violencia, informarse sobre las leyes que amparan y denunciar la violencia en los centros respectivos.
La violencia no es natural, es una construcción cultural que lastima y daña a quien la ejerce, pero sobre todo a la persona que es lastimada. Como toda creación cultural, la violencia puede y debe eliminarse.
PAREN LAS PRENSAS: Contra todo pronóstico, la Universidad de la Cuarta República graduó este sábado a su primera generación de Homeópatas y Sanadores Integrales. Hace más de tres años, el doctor Álvaro Sierra Mayer y su familia se tomaron muy en serio aquello de “mandar al diablo las instituciones” y crearon en Pachuca esta universidad, sin reconocimiento oficial. La iniciativa causó las burlas de propios y extraños, pero el éxito de esta institución ha sido tal, que en estos años se abrieron tres campus adicionales al de Pachuca: El del Distrito Federal, el de Toluca y el virtual, en los cuales se sigue la máxima que Álvaro Sierra pronunció en la inauguración de esta universidad: “Dejaré de confiar en las instituciones educativas del gobierno ilegal e ilegítimo. No le concedo validez a sus diplomas, títulos o documentos oficiales, incluyendo los que a mí me han extendido para avalar mi trayectoria académica y mi trabajo como médico… Veo con claridad que el sistema educativo de la Vieja República se ha corrompido y no me interesa reconocerme ‘educado’”. Para un régimen totalitario que mediante el terror o el dinero tiene a todo el aparato gubernamental bajo control, no hay nada más peligroso que una iniciativa ciudadana motivada por ideales, sin temor ni necesidad de reconocimiento por parte del poder. Muchas felicidades al doctor Sierra Mayer, a su equipo de voluntarios y a esta primera generación.
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