por Pablo Vargas González / Desde Abajo
La discusión sobre “traiciones” entre partidos (PAN y PRI), en relación con el pacto que firmaron líderes de la cúpula partidaria con el Secretario de Gobernaciòn, Gòmez Mont, ha llegado a uno de los puntos más degradantes. Pero no se crea que es el único ni que ha terminado. Es solo uno de los capítulos de la decadencia del sistema político mexicano que se vive en las últimas décadas.
En los últimos días los mexicanos se han quedado pasmados de la “discusión” entre líderes panistas y priistas sobre el acuerdo firmado en Gobernación para evitar la alianza electoral en el estado de México a cambio de aumentar los impuestos. Todo se inicio por la escalada contra la política de alianzas que se produjeron para contender en diferentes entidades federativas.
Pero lo que sucedió el miércoles pasado en la Cámara de Diputados fue denigrante para el recinto legislativo, para los poderes que representan y desde luego para los ciudadanos. Protagonizaron un espectáculo bochornoso y lamentable, que constituye un factor de agravio para sus representados y que deja entrever el colapso y la precariedad política que afecta a esa instancia legislativa.
La alianza legislativa PRI-PAN, bastante afín en muchos temas y acuerdos, se quebrantó circunstancialmente por defender interés políticos personales. Unos salieron en defensa de César Nava, otros ferozmente defendieron al gobernador Peña Nieto, supuesto beneficiario del pacto, puesto que se trataba de que no hubiera alianza opositora en el Estado de México, y así pavimentar su pre candidatura para el 2012.
Se olvidaron de todo. De que la política se realiza con conductas y comportamientos dirigidos al bien común. Atrás quedaron la civilidad y las buenas maneras. Se olvidaron de las reglas mínimas de comportamiento, y sacaron a relucir parte del arsenal con que cuentan.
La cámara de diputados tuvo uno de los capítulos más negros de los últimos años. Y vaya que ha habido varias disputas de esta naturaleza, diría que el diálogo fue sustituido por bravatas, amenazas, gritos, groserías, insultos, descalificaciones, acusaciones. Solo faltaron los balazos para que se comparara a una cantina de pueblo.
Pero los rijosos y pendencieros no llegaron al asunto de fondo. ¿Son o no ciertas las negociaciones secretas entre gobierno y líderes de partidos? Son o no ciertos los acuerdos legislativos para subir los impuestos? ¿Son o no ciertos los acuerdos cupulares para beneficiar a un candidato a la presidencia de la república? No se han dado respuestas, y no se puede cerrar este capítulo sino hasta que los involucrados den la cara y hablen con la verdad.
Un politólogo, hoy metido a asuntos de gobierno, Alonso Lujambio, flamante Secretario de Educación, se olvidó de la teoría política y dijo en uno de los foros para defender el proyecto de “reforma política” que en México existe una “democracia tonta” porque los mexicanos no sabemos apreciar las bondades de los políticos, porque aun no existe reelección legislativa para diputados y senadores. Y Uno piensa con los “representantes” “populares” que vimos el miércoles pasado, no gracias. Refrenda porque no se ha aceptado la reelección. De por si vemos muchas caras que son las mismas familias de hace décadas.
No resulta extraño que la última encuesta sobre satisfacción de la democracia sea contundente (El Universal, 9/03/10): 69{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} de los mexicanos se siente insatisfecho y no està contento con el manejo de los asuntos políticos del país.
El sondeo de Berumen y Asociados que apenas un 26{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} se considera satisfecho con la manera en que funciona en México la democracia, cuyas principales fallas que identifican los mexicanos son el abuso de poder, la corrupción y las promesas incumplidas durante las campañas de los políticos.
Es necesario y urgente que se aprueben medidas para que los ciudadanos puedan tener mayor control sobre los políticos, contraloría social, candidaturas independientes, revocación del mandato, para que no nos sigan viendo la cara de tontos. De otra manera vamos a seguir pagando y costeando políticos ineficaces que no representan nada, ante el deterioro de las instituciones.