Fingiendo cordura, el PRI hidalguense se encamina a una era inédita de anarquía. La cacareada “Unidad” no será más. Los grupos de poder sacarán por completo la cara y alzarán el dedo acusador en contra del gobernador que se va y el gerente general que viene. Los responsables de la debacle; de la traición; de la irónica elección que no dependió ni de esfuerzo, ni voluntades sino de caprichos. Los cimientos del bulevard Luis Donaldo Colosio 2013 se cimbran bajo el canto de dos gallos dejados de la mano del granjero. El corral está solo, sin dueño, abandonado y con un letrero de “Se candidatea cascajo” colgado en las narices del busto del Gral. Corona del Rosal. Así, el priismo confirma su naturaleza irracional, donde, a pesar de actuar con profundo cinismo ante sus atrocidades, se arrodilla ante el crucifijo, condena la oposición, la democracia o el libre pensamiento, como pretendiendo la supremacía infinita de su vida. Es y no es al mismo tiempo. El filósofo Albert Camus se sorprendería al ver que existe un ente que rebasa los límites del absurdo, al justificar los disparates de su existencia, jugando a la democracia que al mismo tiempo desprecia.