por Otilia G. Sánchez Castillo
El festejo de 12 de octubre, fecha en que se conmemora la llegada de Cristóbal Colón a América, fue celebrado inicialmente en la España franquista, hacia 1915, como el Día de la Hispanidad, y secundado en Hispanoamérica, incluso Estados Unidos, como «Día de la Raza». Claro que España si tenía y tiene mucho que celebrar. En nuestro país, se adoptó este festejo en el gobierno de Álvaro Obregón, pero es hasta el 12 de octubre de 1929, bajo la presidencia de Emilio Portes Gil, que se declara como fiesta nacional.
El sentido de esta conmemoración ha ido variando con el paso de los años, teniendo como eje la unidad de los pueblos. En 1992, en el marco del bicentenario del descubrimiento de América, el 12de octubre se convirtió en el símbolo de la reconquista cultural y política de los pueblos indígenas, contraponiéndose a «la visión de los vencedores» que durante siglos había prevalecido y, que bajo el argumento de que las «civilizaron”, justificaron la ocupación y el sojuzgamiento de las poblaciones nativas, sin considerar que para los pueblos indígenas el descubrimiento de América fue el comienzo de una guerra de exterminio que impuso un régimen colonial, y al cual lograron resistir.
Así, en muchos países, actualmente se celebra el 12 de octubre como el Día de la Resistencia Indígena ya que, a más de 500 años, los pueblos indígenas continúan enfrentando grandes carencias que los colocan en los más altos índices de marginación y exclusión, además de que siguen siendo objeto de discriminación.
A pesar de ello, no han cejado en su lucha por defender su cultura, su lengua, sus tierras y sus recursos naturales, y por su autonomía y libre determinación. Bajo esta perspectiva, el 12 de octubre es momento de reflexión, no sólo de las comunidades indígenas, sino de todas las personas. Es una deuda que como sociedad y gobiernos tenemos.
Y hablando de discriminación, desde hace un mes hemos visto a Pachuca inundada con unas calcomanías que dicen “Pachuca para los pachuqueños”, como parte de una campaña realizada por la por la Coalición Nacional de Agrupaciones Productivas y Servicios (CNAPS), organización vinculada al Partido Revolucionario Institucional y que, de acuerdo con las declaraciones de Pedro Solares, Presidente de dicha Coalición, el objetivo principal de esta campaña es impedir que personas nacidas en otras lugares del estado o radicados en otro lugar puedan participar como candidatas al ayuntamiento de Pachuca, en las próximas elecciones.
Sin embargo, para los operadores de los taxis, la campaña es para impedir que personas que no son de Pachuca, puedan adquirir las concesiones de los taxis y del transporte público. Otros han dicho que es para que a no vengan más “chilangos a Pachuca”. Esto me recuerda la campaña en el Occidente y Norte del país, bajo el lema: “mata un chilango y haz Patria”.
Independientemente de cuál sea su objetivo, esta campaña no deja de ser discriminatoria, xenofóbica, violenta los derechos humanos consignados en nuestra Carta Magna y promueve la violencia.
Ni el exterminio ni la exclusión, como en el caso de las poblaciones indígenas y de las poblaciones de migrantes de otras naciones, ni la violencia xenofóbica o cualquier otro tipo de violencia. ¡Qué grave que al Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo esta campaña le parezca inofensiva!