Yeidckol Polevnsy cuenta con la obra, gracia y fuerza de Andrés Manuel López Obrador en el Estado de México. No había mejor persona dispuesta a abanderar la candidatura de la izquierda en las elecciones por la gubernatura de esa entidad.
Sin embargo, han salido al paso comentarios en redes sociales que descalifican la oportunidad de la actual senadora perredista. “No conoce el Estado”, “Es débil”, “AMLO fracasará con ella”, “Es mala candidata”, “Tirará todo el trabajo”, dicen. No sorprende.
Históricamente, la izquierda machista-leninista tiende a descalificar a priori la postulación de cualquier mujer. Es la manifestación electoral de un estúpido prejuicio de género. Lo mismo ocurre cuando se han barajado nombres como los de Claudia Sheimbaum o Alejandra Barrales a la alcaldía del Distrito Federal. “No están a la altura”, “Les faltan méritos”, se les acusa.
Se debe clausurar el tiempo decimonónico y entender que en política, no cuenta tanto la falda o el pantalón como la capacidad de trabajo, arrojo e inteligencia. Es la hora que la izquierda salga del marasmo misógino. Parafraseando la campaña hidalguense que aún no termina: “Dicen que Hidalgo no está preparado para que lo gobierne una mujer –exclamó la candidata opositora Xóchitl Gálvez Ruíz-.Yo me pregunto ¿A poco sí estaba preparado para que lo gobernara tanto pendejo?”
Surgida del ámbito empresarial, esto no ha impedido que Polevsnky sea considerada una fiel militante de izquierda. En el 2005 compitió por primera vez al Gobierno del Estado de México de la mano de López Obrador, y consiguió un empate técnico en el segundo lugar de las preferencias. Su postura pública de aprecio y defensa a la emancipación latinoamericana y contra el bloqueo a Cuba, la sitúan en la simpatía de las bases.
Su tarea en el 2011 no es sencilla. Puede ser el factor que derribe la alianza del PRD con el PAN en esa Entidad. Cuenta con el apoyo de un amplio sector del perredismo y cabalgará sobre el amplio movimiento de la izquierda mexiquense, una vez más con el impulso de AMLO y con el detrimento de la oligarquía de los medios de comunicación que tienen en Enrique Peña Nieto a su protegido presidencial.
Con todo, sus posibilidades de ganar son altas, tantas como lo que el propio obradorismo se juega en tales comicios con el fin de ganar la Presidencia del país, pasando primero por el más grande bono electoral de la República.