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domingo, diciembre 22, 2024

Preguntas

¿Fue una casualidad? ¿Se trata de un mensaje? ¿Es parte de la confusión política y social en la que vivimos? ¿Solamente se trata de algo más de violencia en Guerrero? ¿Qué tiene que ver con las protestas y el pasado?

El asesinato de Isabel Ayala Nava, viuda de Lucio Cabañas Barrientos, y de su hermana Reyna Ayala, en las inmediaciones de Acapulco es nuevamente un asunto que tiene que ver con una doble situación: el feminicidio que no altera a las autoridades ni a las conciencias y con la situación concreta de la lucha que diversos sectores están armando contra los sectores democráticos y sociales del país.

En Guerrero, hace muy poco tiempo dimos testimonio del asesinato de cuatro mujeres, trabajadoras de una estética, aún el gobierno no da señales de investigación de fondo ni de detenidos.

Las protestas por el tamaño de la violencia en cualquier parte del país son acalladas inmediatamente por la acumulación de oprobios que se generan paralelamente en distintos sitios. Un asesinato en un lugar de la República parece algo tan cotidiano que nadie repara.

Mientras eso sucede, los testaferros de los medios de comunicación ligados al poder, siguen vanagloriando a Felipe Calderón porque se dignó escuchar los relatos de ofendidos y ofendidas por la ola de violencia indistinta, enloquecedora y sorda que él mismo generó. Les ha parecido una maravilla algo que en un país con normalidad democrática sería lo menos.

La coordinadora general de la Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero (APPG) condenó el asesinato de Isabel Ayala Nava y su hermana y urgió al Procurador de Justicia del estado, Alberto López Rosas, investigue el crimen de las dos hermanas y ratifica lo que inmediatamente pensamos que la viuda de Lucio Cabañas era una luchadora social.

Pensé en Cipriana Jurado que está fuera del país porque la han perseguido. Pensé en los maestros y estudiantes que en Ciudad Juárez se tienen que esconder o vivir situaciones de alto riesgo. Me acordé de la época de la guerra sucia y de cómo el Comité del 68, ha hecho una nueva solicitud a la Procuraduría General de la República para investigar cómo Luis Echeverría propició lo que hoy conocemos como narcotráfico y cómo fue que un día este país quedó en manos de puros delincuentes.

Isabel Ayala Nava y su hermana fueron ultimadas a balazos cuando salían de la iglesia del poblado de Xaltianguis, a unos cuantos minutos del centro de Acapulco.

La información oficial que dio a conocer la Secretaría de Seguridad Pública de Guerrero sostiene que los hechos ocurrieron alrededor de las 13:05 horas del domingo, en la avenida 20 de Noviembre de la colonia Las Flores, cuando las hermanas salían de vender alimentos. Mujeres sencillas, que buscan su vida en acciones de comercio elemental, como millones de otras madres que dice la CEPAL son las que sostienen la caída del capitalismo salvaje.

La crónica dice que los agresores dispararon desde un vehículo, después uno de los delincuentes bajó y se llevó los celulares de las víctimas. ¿Por qué harían eso?

De ahí que la explicación de Nicolás Chávez Adame, coordinador general de la APPG, quien dijo que según datos que le proporcionaron los familiares de las mujeres, el móvil podría ser una venganza, ya que la ex esposa de Lucio Cabañas exigía justicia por el asesinato de un hermano. Es decir, se trataba de una mujer que como cientos y miles en el país querían que las autoridades intervinieran en asuntos de su competencia, que investigara, que le dijeran qué pasó con su hermano.

Inmediatamente, el lunes los de la APPG pidieron al secretario General de Gobierno, Humberto Salgado, que brindará seguridad en el domicilio de Isabel Ayala donde se realizaron el velorio. La experiencia dolorosa de cómo los delincuentes actúan, obligó a esta demanda. Se trataba de evitar algún incidente.

Isabel Ayala Nava fue la última esposa del extinto guerrillero, quien secuestró al ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer y murió en un enfrentamiento con militares en la sierra de Atoyac de Álvarez. En los primeros meses de este año, dos de sus hermanos también fueron asesinados, a partir de ahí la familia Ayala Nava exigió que se esclarecieran los crímenes e inició con ello una cadena de amenazas anónimas.

Isabel Ayala tenía 13 años de edad cuando se convirtió en pareja sentimental de Lucio Cabañas, quien era 20 años mayor que ella. Durante mucho tiempo se la conoció como Carmen. Le sobrevive Micaela, la hija de Lucio e Isabel, quién previno a las organizaciones para exigir a las autoridades protección a los familiares, ¿de qué se trata este país? También ella pide el esclarecimiento de este crimen.

Carmen, como otras muchas mujeres del Partido de los Pobres (PDLP) que encabezó el profesor Lucio Cabañas, fueron mujeres que participaron en sus pueblos. Carmen (Isabel) pertenecía a un núcleo de unas 20 mujeres que creyeron en la lucha clandestina, como forma de cambiar al país. Algunos de sus nombres insurgentes son: Sofía, Martha, Rosario, Estela, Hortensia, Nidia y Beatriz. En el mes de noviembre de 1973, Lucio conoce a su última compañera sentimental en la comunidad de Santa Rosa. El buen Lucio se enamora fervientemente de una jovencita llamada Isabel Ayala Nava, la cual es veinte años menor que él.

Isabel le corresponde sin pensarlo dos veces. Se vota en asamblea su ingreso al PDLP, es bienvenida y su nombre de guerra será en adelante el de Carmen. Llega a participar en acciones militares, como una combatiente más durante cuatro meses. Luego, Lucio se entera de que está embarazada. Esta situación los separa físicamente. No me puedo imaginar a la casi niña guerrillera y embarazada, luego sola. Son las cosas que nos indignan sistemáticamente de la condición femenina.

Dicen los amigos de Lucio que la situación «lo entristece», pero él sigue su camino. Desde esa separación Isabel es enviada con su madre a una colonia popular de Acapulco. Lucio Cabañas murió sin saber que Isabel dio a luz a una niña que recibió el nombre de Micaela.

¿Y qué pensaba Isabel? aprovecho para reproducir un testimonio de está valerosa mujer que fue ultimada este domingo, a los 53 años y que se publicó hace años en un periódico del PDLP, llamado Madera:

«Mi nombre es Isabel Ayala Nava y hoy hablaré de Lucio Cabañas, el hombre, pues todo mundo habla del guerrillero. Yo conocí mas al ser humano que había dentro de ese ser que llaman guerrillero. Era un hombre justo en toda la extensión de la palabra. También era muy noble, pero muy estricto en las reglas que había dentro del grupo, pero entre lo estricto también era justo con todo y con todos.»La causa por la cual decido escribir estas líneas es para recordar y darle reconocimiento al hombre que luchó porque hubiera justicia para los pobres.

«Yo me enamoré del hombre, no del guerrillero; fue mucho después que realmente me di cuenta de quién era mi compañero. Para mí fue algo muy especial porque me mimaba, me cuidaba.

«Recuerdo cuando nos conocimos, ellos llegaron a la comunidad y se reunieron en la cancha deportiva, luego llamaron al comisario de la comunidad y le pidieron si los podía apoyar con la comida. Todos se repartieron en diferentes casas y de casualidad Lucio se vino a casa de mis padres, donde, claro, estaba yo.

«La verdad, desde que nos vimos hubo una química mutua, tanta que platicamos y después de varios días decidimos fugarnos.

«Voy a relatarles un día dentro del grupo; no voy a escribir cosas que muchos han dicho o escrito. Yo voy a decir qué era para mí especialmente o de manera particular, porque muchos pueden y han hablado sobre lo que fue su vida como guerrilleros las cosas y problemas que pasaron dentro y fuera del grupo.

«Para mí hablar de un día dentro del grupo no quiere decir que no haya tenido contratiempos estando en la sierra, pues claro que los tuve, y muchos, sobre todo con varias compañeras.

«Probablemente no fui de su agrado, pero no había de otra. Yo fui la elegida de su comandante, sobre ese detalle no podían hacer nada.

«Recuerdo un día que me enfermé. Yo no sabía que estaba embarazada, posiblemente él sí se dio cuenta. Casi no comía, tenía mucho vomito, no podía levantarme y así estuve durante varios días. Lucio se preocupó mucho, pero no podía hacer nada; sólo me cuidaba y me daba lo que yo necesitaba.

«Como casi no comía, Lucio me preguntó “¿qué se te antoja de comer, chiquita hermosa?”, para ver si con eso lograba mejorar. Entonces me imagine una comida que me agradaba mucho y le dije si hubiera eso (le especifique qué era) yo me lo comería. «Me contestó “¿de veras te lo comerías?”. Yo le contesté que sí.»La verdad no sé cómo le hizo, pero al segundo día ya estaba lo que yo le había pedido. La verdad es que desconocía si estábamos cerca de algún poblado, ya que yo había perdido la noción del tiempo y de la orientación.

«Lo que yo sí tengo que decir del hombre justo, valiente y humano que fue Lucio Cabañas, es que todo el tiempo que compartimos juntos yo me sentí querida, mimada, amada y protegida por el hombre más valioso que ha existido en los últimos tiempos en nuestro país.»

Las mujeres somos esas que rescatan el lado humano y somático de los hombres que mandan, arman un partido o deciden enfrentar al poder con las armas. De todas maneras hombres que son eso, con todo el peso de la historia del patriarcado. En estos tiempo un hombre 20 años mayor, que enamoró a una niña de 13 años, hace 40 ya, hubiera sido condenado por quienes defienden los Derechos Humanos. Pero Carmen, muerta porque buscaba al asesino de su hermano y quién sabe que otros sinsabores lo recordó como un hombre que mima y ama. Finalmente su muerte ha servido para recordar que en Guerrero no hay paz, ni justicia, hace cientos de años.

saralovera@yahoo.com.mx

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