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miércoles, febrero 5, 2025

Miss Bala, el horror de una realidad

Lo terrorífico de Miss Bala es precisamente que calca la realidad del México de hoy, en el que cualquiera puede estar en medio de una balacera entre narcos, ser víctima de la corrupción o bien, el anzuelo de una mente que no deja de trabajar en ningún momento, todo esto, sólo por estar en lugar y el momento equivocados.

por Alberto Rojas-Eguiluz
Twitter: @albertodre

De acuerdo a mi muy particular punto de vista hay dos tipos de cine de horror: el que juega con la mente del espectador por medio de situaciones y personajes fantásticos, y el que muestra a seres de carne y hueso así como los alcances reales que pueden tener. Este me parece más escalofriante que el primero por razones muy simples: es algo a lo que cualquiera se puede enfrentar sin necesidad de buscarlo o de merecerlo. En otras palabras, la pesadilla puede volverse realidad por simple obra de la casualidad. Por eso, considero a Miss Bala un gran drama de horror (exista o no el género como tal).

Contrario a lo que muchos piensan, Miss Bala no es la historia moralista de una mujer superficial que se dejó llevar por su vanidad al convertirse en reina de belleza, vió la vida fácil que le ofrecía el narco y al final terminó pagando las consecuencias. La cosa es más alejada del cliché y cercana a la realidad: Laura Guerrero es una de tantas aspirantes a reina de belleza de Baja California Norte, pero se involucrada con el narco en contra de su voluntad al presenciar una matanza en un bar en el que estaba una amiga suya. Al tratar de buscar a su amiga se topa con Lino Valdez, líder del grupo delictivo La estrella, que domina literalmente lo que sucede en las calles de Tijuana sin contrapeso alguno más que los operativos de la DEA en México. Es ahí donde Laura deja de tener el control de su vida y se convierte en una víctima del narcotráfico, usada y manipulada al antojo de Valdez.

La fuente de inspiración de esta cinta fue Laura Zúñiga Huizar, Nuestra Belleza Sinaloa 2008, quien fue capturada con un narcotraficante del que se dijo era su novio. Para Gerardo Naranjo (director y co guionista) y Mauricio Katz (guionista), la imagen donde Zúñiga está formada con los demás detenidos fue el punto de partida de este filme, que aprovecha para meter hábilmente y de refilón otras historias clásicas del narco mexicano, como la de Enrique Camarena, un agente de la DEA ejecutado en nuestro país.

El principal acierto del guión de Katz y Naranjo es la construcción de un par de personajes sólidos y creíbles salidos de la cotidianidad mexicana. Por un lado está el de Laura, una joven de 23 años con el sueño de convertirse en Miss de belleza, que vive con su papá y su hermano en una casa humilde y que, finalmente, no tiene tiempo de reaccionar cuando Lino Valdez se cruza en su camino. En un principio, el narcotraficante le ofrece ayuda para encontrar a su amiga, pero sin saberlo comienza a cooperar con sus planes, así que Laura acaba siendo un instrumento clave para poder realizar sus operaciones al otro lado de la frontera; en cuanto al personaje de Lino, se trata de una persona de pueblo, no de un psicópata que disfruta sembrando el miedo o exhibiendo el dinero y el poder que tiene. Es un hombre sumamente inteligente que no hace un solo movimiento sin saber qué le va a generar a futuro. Incluso, se apodera de Laura porque sabe que le va a servir para sus propósitos más que por tener un trofeo sexual. Es él quien prácticamente le regala el cetro de belleza que buscaba en un inicio, pero no se lo da como recompensa o para conquistarla, su plan es mucho más elaborado. Con estos dos personajes bien delineados, Katz y Naranjo dejaron que la historia se fuera armando sola, sin poner situaciones ni personajes de más.

Por otro lado, la tensión que se crea entre Laura y Lino desde el primer instante en que se ven es uno de los grandes aciertos de la dirección de Naranjo. No se conformó con una tensión violenta, sino que creó otra de tipo sexual que tiene al público esperando lo peor desde los primeros instantes de película y que va in crescendo.

Las actuaciones son punto y aparte. Stephanie Sigman hace un papel soberbio como Laura a pesar de su limitada experiencia y de que la cámara está sobre ella el 95 por ciento de la cinta. Su actuación es intensa y convincente, no tiene puntos flacos; pero quien se lleva la película es Noé Hernández en el papel de Lino. Un personaje que sale del estereotipo del narcotraficante que presume su temeridad y que no controla su temperamento, por el contrario, Noé hace una encarnación de una persona sumamente violenta y fría, capaz de encajuelar a sus víctimas y sembrarlas frente al consulado estadounidense, de colgar de un puente a un agente de la DEA y de intentar matar a un procurador a pesar de estar protegido, literalmente, por un ejército. Pero Lino no es una persona visceral, no da pasos en falso, es más inteligente que violento y un maestro de logística del narcotráfico. Lino no es una persona de mundo, no es culto, vive para su trabajo y Noé Hernández se encarga de vender la idea de forma tal que seguramente verás a muchos Linos en la calle, en las construcciones o podando jardines, que te atemorizarán con sólo recordar este papel.

Lo terrorífico de Miss Bala es precisamente que calca la realidad del México de hoy, en el que cualquiera puede estar en medio de una balacera entre narcos, ser víctima de la corrupción o bien, el anzuelo de una mente que no deja de trabajar en ningún momento, todo esto, sólo por estar en lugar y el momento equivocados.

Fuente: Anotarte.mx

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