A diferencia del 2006, López Obrador llegará a las elecciones presidenciales del 2012 con una estructura electoral definida lo que le permitirá vigilar de cerca el transcurso de los comicios y reaccionar ante un nuevo intento de fraude electoral. Además, el empuje que le pueda brindar el capital político gestado por Marcelo Ebrard, será de suma importancia para ganar votos entre el electorado indeciso y de centro, con el cual se distanció, sobre todo, en los primeros años consecutivos a la pasada elección. De modo que, pese a que se enfrentará, literalmente, a la “mafia del poder” que podría encabezar el PRI y Enrique Peña Nieto, se conjugan en AMLO una serie de factores que lo potencializan para ganar –nuevamente-, la Presidencia de México; factores que, pese a sus contradicciones históricas y naturales entre sí, al final tomarán la vía del cambio, sabiendo que, no hay de otra: ésta es la última llamada para salvar al país.