Hace casi un año y medio, el orquestador del “Milagro Brasileño”, el obrero tornero que llevó a su país a formar parte del poderoso BRIC (Brasil, Rusia, India, China), Luiz Inácio Lula da Silva, dio una contundente demostración de por qué es uno de los mejores políticos del mundo: Eligió a una mujer para sucederlo en la cabeza del gran proyecto reformador de Brasil.
Dilma Rousseff Coimbra tenía suficientes méritos para haber llegado por sí misma a la candidatura de su partido, el de los Trabajadores (PT), pero en el contexto patriarcal que envuelve a la política de todos los países, en muchas ocasiones hace falta la sensibilidad de un hombre solidario que permita romper públicamente lo que la teoría feminista llama “el techo de cristal” (Creencia de que las mujeres llegan hasta cierto tope en su ascenso laboral por falta de capacidad, cuando en realidad este freno se debe a la visión machista de quien tiene el poder de decidir tal ascenso)
Ante las miradas atónitas de algunos machistas-leninistas del PT brasileño, la designación de Dilma como candidata a la presidencia fue acompañada por este discurso de Lula: “Mujeres de mi querido Brasil, ésta es una oportunidad única para que ustedes muestren lo que son y lo que valen, las mujeres aún son tratadas como objetos de segunda clase y eso no se cambia con una ley, pero tal vez sí con una elección”.
Hace un año, luego de derrotar a su opositor José Serra en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el 1 de enero de 2011 Dilma tomó posesión como la primera presidenta de Brasil, en una ceremonia donde sus invitadas de honor fueron las once mujeres con quienes compartió tres años la celda de tortura durante la dictadura militar en los años 70. La expectativa por su mandato era alta, no sólo por ser la primera mujer, sino porque, como señaló entonces las prensa estadounidense, “la presidenta Rousseff tendrá el peso de dirigir un país que su antecesor deja en estado de euforia”.
El 1 de enero de 2012, la presidenta de Brasil cumplió su primer año con la sorprendente calificación de 72{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} de popularidad entre la población que gobierna, quienes le dan una calificación que oscila entre “muy buena” y “excelente”, según resultados del sondeo realizado por el Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística (IBOPE, privado) y divulgados por la Confederación Nacional de la Industria.
¿Qué llevó a Dilma a este nivel, tan envidiado por otros mandatarios? Dos aspectos: La eficacia en la gestión y su determinación en la toma de decisiones, principalmente en cuanto a cortar las cabezas de funcionarios corruptos, bajo el programa denominado “limpieza ética”, con el cual ha forzado a la dimisión de seis de sus ministros procedentes de la etapa anterior.
Respecto de la economía, Rousseff ha mantenido la máxima de Lula: Administrar los recursos de la nación como lo haría una madre con sus hijos. Toda la comida y los bienes deben distribuirse equitativamente entre todos los hijos, y no darle de comer todo a unos cuantos, mientras los demás mueren de hambre.
La sección de economía del diario español “La Vanguardia” señaló sobre este primer año de Dilma: “En el frente económico, ha tenido que lidiar con la intensa desaceleración del crecimiento del país, que ha pasado del 7,5{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} en el 2010 al 3{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd} en el 2011, a causa de la crisis de EE.UU. y Europa, y se ha visto obligada a aplicar importantes recortes en el gasto público para frenar la inflación, que está en niveles del 6{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd}. Pero los brasileños confían en ella –la primera mujer que ha llegado a la presidencia– porque la economía sigue funcionando bien. Las perspectivas para este año son de un crecimiento del 4{9e1ff1bee482479b0e6a5b7d2dbfa2de64375fcf440968ef30dd3faadb220ffd}, en un clima de optimismo, con el Mundial de fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016 como símbolos de la etapa de progreso que se inició con la política de Lula de impulso económico y de lucha contra la pobreza. El regalo de Navidad para Brasil, en este sentido, ha sido haber desbancado al Reino Unido como sexta economía mundial”.
Dilma Rousseff es una mujer de 64 años con valores sólidos. Su convicción por la justicia y el avance social de Brasil, no se movió en sus años de guerrillera en los sesentas, tampoco en los tiempos como presa política en los setentas, cuando los propios militares dedicados a aplicarle torturas corporales se referían a ella como “la Juana de Arco de la subversión”. Tampoco cambió su convicción en los ochentas y noventas, cuando tuvo sus primeros acercamientos con la política, a través de su militancia en partidos.
En los primeros años del siglo XXI, Rousseff se incorporó al gabinete de Lula como ministra de Energía y Minas, cargo que ocupó durante dos años, para luego ser nombrada Jefa del Estado Mayor (similar a Jefa del Gabinete Presidencial), desde donde acompañó a Lula hasta el momento de iniciar su campaña a la presidencia.
A un año de su toma de posesión, esta madre y abuela sobreviviente de cáncer linfático, ha dejado muy atrás la imagen de la mujer que llegó al poder por ser “la protegida de Lula” y ha demostrado que detrás de una gran mujer, está ella, su trayectoria, su talento y su enorme capacidad. Sin duda, Dilma Rousseff es el ejemplo a seguir por todas las mujeres en el mundo.