Lo que sucedió hace unos días en el Pabellón Cuba lo interpreto como el inicio de lo que pudieran llamarse en la Isla “Zonas Wi-Fi”, lugares, como el escogido, donde los invitados puedan reunirse para disfrutar y compartir en las redes sociales. Ese día, más de 30 personas se conectaron a esta experiencia para transmitir textos, imágenes y videos por Twitter, Facebook, los blogs y portales como Cubadebate y CubaSi.
Cubadebate se lanzó con su transmisión en Justin.Tv, un servicio gratuito utilizado también por importantes cadenas de televisión para mostrar en vivo eventos de todo tipo. De fácil manejo, y como ellos mismos explican, tres clic y una webcam conectada a una computadora, son suficientes para iniciar una entrega que luego quedará guardada para que otros puedan visualizarla.
Los chilenos emplearon un servicio parecido durante el último gran terremoto que asoló ese país. Recuerdo a una pareja de periodistas que recibía mensajes de distintas localidades y relataba en tiempo real lo acontecido, multiplicándolo. Llegaron a sumar más de 2 000 personas las que se informaron por esa vía en las cerca de 5 horas de transmisión.
La posibilidad de colocar hoy en la red productos comunicativos es diversa y pasa por Youtube, Justin.Tv, Flickr, Facebook, Twitter, los blogs…sin dejar de mencionar los grandes medios de comunicación que han abierto espacios muy interesantes para el llamado periodismo ciudadano.
iReports, de @CNN, y Soy Reportero, de Telesur, han motivado la participación de miles de personas, quienes, utilizando distintos dispositivos, cubren las noticias en una increíble diversidad de temas, que 10 años atrás era imposible abarcar.
¿Está en crisis el periodismo?, se preguntan algunos al evaluar las actuales posibilidades de colocar información en Internet. No pretendo responder a esa pregunta, pero ya algunos entendidos andan tratando de posicionar, no sin preocupaciones, el concepto de periodismo ciudadano en algún manual contemporáneo de la carrera en cuestión.
No creo que se trate de contraponer uno y otro, porque ambos se complementan perfectamente. El periodismo, en su más clásica acepción, quedará –ya va quedando- para profundizar en el análisis de los acontecimientos, abriéndose cada vez más sitio los llamados géneros de opinión.
Por su parte, el periodismo ciudadano, o llámesele como se quiera, se encargará (ya lo hace) de reportar en tiempo real y sin muchos adornos de lenguaje o profundidad de ideas, los sucesos noticiosos; algunos de real trascendencia; otros, solo de impacto local. Pero siempre marcados por la autenticidad, ya que se apoya en las convincentes pruebas que resultan la fotografía, el video y la grabación de audio, cada vez más al alcance del ciudadano.
Entiendo esto último como una significativa fortaleza que acompaña los actuales procesos comunicativos. Los dota, no solo de una inmediatez imprevisible un puñado de años atrás, sino de elementos que pueden avalar su veracidad –o evidenciar su manipulación-, a la vez que desaparecen un conjunto de mediadores que sí entran en juego en el caso del periodismo profesional.
Y con esta última idea se conectan las “preocupaciones” a que hacía mención en párrafos anteriores. Porque, a veces pretendiendo con buenas o equivocadas intenciones retardar la aparición en la agenda pública de un acontecimiento, tales mediaciones frenan la difusión de noticias o las hacen públicas solo parcialmente. Pero con la aparición de estas nuevas herramientas comunicativas, estas pretensiones –aun cuando las animen el intento de proteger un supuesto secreto estatal- se vuelven cada vez más utópicas: nadan contra una corriente indetenible donde la transparencia, en todos los quehaceres de la vida, es inevitable.
A las virtudes del periodismo ciudadano se agrega también la vivencia del que informa del acontecer que le rodea, con luces y sombras, porque así han de ser las llamadas redes sociales, un reflejo de lo cotidiano, y Cuba no está exenta de esa corriente que poco a poco enriquece los temas de la Isla en Internet.
Por eso aplaudo la idea desarrollada en el Pabellón Cuba, porque de alguna manera creo que contribuirá a que nazcan espacios públicos similares en el futuro; ya no en eventos como el reportado, sino en universidades, centros científicos, bibliotecas… Algo así como “Zonas WIFI”, libres o de pago, que encontrarán acogida en la tecnología avanzada que está arribando al país y hace posible conectarse a la red sin los angustiosos cables.
Es verdad que aun no podrán ser todos, ni siquiera la mayoría; pero hace un puñado de años, el teclear de las máquinas de escribir era el más habitual sonido de las redacciones; y hoy es solo historia. Confío que así suceda también con el tema de la conectividad, porque, en un futuro, como igual ya ocurre en una buena parte del mundo, el dilema no es ya conectarse, porque ese es el estado natural, sino acceder a los servicios de valor que la red ofrece.
La Habana