Una nueva reforma política y electoral debe de seguir dos vertientes: por una parte mejorar los momentos y etapas de organización, capacitación, jornada electoral y cómputo y recuento de votos, así como una fiscalización más estricta, severa Y oportuna. Por otra parte, reformas al sistema de información y control del monopolio de medios de comunicación.
por Pablo Vargas González
En esta fecha, en que se marca el fin del proceso electoral para esta entidad federativa, considero pertinente opinar sobre las elecciones en las que intervenimos en la organización, preparación, registro de candidatos e instalación de la jornada electoral y computo de votos.
La alta afluencia de votos en todo el país fue resultado de fuertes y valiosas candidaturas a la presidencia de la república, y no solo una de ellas, de coaliciones que condujeron a una cerrada y alta competencia.
A unas horas o días que concluya la etapa de lo contencioso, en el desahogo de recursos legales interpuesto por los candidatos y partidos, que conducirán a la calificación final del proceso electoral, es necesario decir que se ponen a prueba las reformas constitucionales de 2007 y 2008 correspondientes a valorar los principios de validez de la elección, en los que se encuentran los principios constitucionales de equidad, imparcialidad y objetividad.
El dictamen del Tribunal electoral del poder Judicial de la federación (PJF) da un dictamen apegado a las normas, con las nuevas y extensas facultades que se le dieron. Y por consiguiente el falló es de validez o invalidez de la elección.
En este escenario, habrá quién esté a favor y/o en contra del veredicto final. Como consejero electoral estoy lejos de pedir a los actores políticos que acepten los resultados electorales, no es parte de mi competencia. Por el contrario, creo que tienen derecho a la discrepancia y a mantener su opinión. Así mimo, es claro que una parte de la sociedad mexicana mantendrá su opinión sobre las elecciones, los resultados e inclusive sobre este órgano electoral. Es necesario decir que la cultura política no se hace de un día para otro sino que se va conformando con historias, con recuerdos, percepciones y memorias a lo largo de los años.
Cuales fueren los resultados y el dictamen final del TRIFE, es necesario que reflexionemos sobre los pendientes y déficits que aun tenemos en los procesos políticos, y no desconocer las creencias y pensamientos que tienen los diferentes sectores de la sociedad. Es importante señalar que hay inquietud en una parte de los electores y en las redes sociales, donde se preguntan sobre los resultados electorales.
Si bien en materia de organización y preparación del proceso electoral se ha cumplido con la ley, es necesario incrementar la fiscalización y los gastos de los partidos y candidatos, por otra parte los cuestionamientos sobre calidad de la democracia no van al parejo. La lucha por el poder político, va más allá de partidos, los poderes fácticos aparecieron con sus intereses
Los informes y resultados que se dan sobre la “operación electoral” en el mismo día de la elección son evidencias de la “calidad de las elecciones” y de su impacto en la orientación del voto. No podemos ser triunfalistas y decir que no hubo interferencias y prácticas tradicionales y viciadas sobre los electores. La presencia de gran cantidad de dinero, aun sin medir este rubro, sobre la coacción y compra de votos nos indica datos de cultura política de los electores. Algunos informes en el país señalan que las prácticas de compra y coacción del voto han aumentado en los últimos procesos electorales (2009 y 2012) y han permeado en la cultura política de muchos mexicanos. El regalo o la presión resultan mecanismos que violentan los derechos políticos y sociales de los ciudadanos.
Si bien el desempeño de la institución electoral (IFE) nuevamente se encuentra en los ojos de la sociedad mexicana. También es cierto que se deberían de considerar los “operativos” y estrategias que hicieron los partidos. Por otra parte hicieron su aparición los poderes fácticos o poderes informales, como son los monopolios televisivos.
Las condiciones de competencia fueron rebasadas e incumplidas: el uso de dinero sobre los topes de campaña y la fiscalización, el utilizar las encuestas electorales como medio de propaganda mediática, y el uso de programas sociales tienen un efecto cuyo impacto y magnitud se desconoce en los resultados electorales.
Una nueva reforma política y electoral debe de seguir dos vertientes: por una parte mejorar los momentos y etapas de organización, capacitación, jornada electoral y cómputo y recuento de votos, así como una fiscalización más estricta, severa Y oportuna. Por otra parte, reformas al sistema de información y control del monopolio de medios de comunicación. Y finalmente, una serie de reformas sobre derechos ciudadanos, de fortalecimiento de la sociedad civil, de participación directa, que permitan valorar al ciudadano de modo autónomo, sin presión, las decisiones de partidos y candidatos.