El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh), coincidió en que durante el sexenio calderonista hubo un incremento atroz del número de violaciones a las garantías individuales, ataques contra defensores de derechos humanos y activistas de organizaciones sociales
por Pablo Vargas González
A unos pocos días de que se terminé el sexenio de gobierno de Felipe Calderón empieza una fuerte campaña por posicionar los “logros” y beneficios que se realizaron a lo largo de seis largos y tortuosos años. Los líderes del Partido Acción nacional en el estado de Hidalgo reconocieron que perdieron la elección a causa de la política de seguridad del presidente y por la violencia generada en el país. No están equivocados.
Ya Empezaron los balances y recuentos, no tardarán las encuestas oficiales para proteger “la opinión pública” acerca de lo que opinan los mexicanos sobre el sexenio 2006-2012. Pero también son esperables los estudios de académicos, instituciones y organizaciones civiles que no se encuentran dentro del entorno oficialista. Pero lo más importante es la opinión de la “gente de a pie”.
En materia de seguridad y derechos humanos, iniciada desde 2006 con un proyecto mercadotécnico de “guerra contra la delincuencia” se generalizó, a todas las entidades federativas y casi en todos los municipios una acción despiadada, con militarización de las calles donde se involucró a todos los mexicanos. El saldo de seis años son para llorar, son patéticos.
Diversas instituciones internacionales y nacionales han dado datos e informes donde se deriva que el sexenio que está por concluir ha sido uno de los peores en materia de derechos humanos, ya que crímenes como desapariciones forzadas, tortura y ejecuciones extrajudiciales no sólo no se frenaron, sino que ocurrieron con más virulencia, frecuentemente a manos de las fuerzas de seguridad, en el contexto de la llamada guerra contra el crimen organizado.
Tan solo en 2010 la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, desde Ginebra, sobre el Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Tortura señaló que «Tanto en tiempo de guerra como de paz, la tortura es un grave delito según el derecho internacional. La Convención contra la Tortura exige a los Estados tratar la tortura como un delito y, procesar o extraditar a los presuntos autores de la misma. Incluso los Estados que no han ratificado la Convención tienen la obligación de proteger a sus ciudadanos de la tortura. Sin embargo, a pesar de esto, son escasos los juicios por casos de tortura”.
Al respecto, la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos A.C. (CMDPDH) señaló que había 73 los casos de personas detenidas arbitrariamente, arraigadas y torturadas Pero se quedaron cortos, las cifras se han disparado.
A nivel de las regiones, los ciudadanos tienen mucho que decir, en las fronteras norte y sur, las violaciones de derechos humanos se incrementaron explosivamente. Baja California y Chihuahua por su cercanía con Estados Unidos, las entidades del norte del país son receptoras naturales de migrantes indocumentados y paso del tráfico de drogas, lo cual ha sido enfrentado solamente con el uso de la fuerza militar, no con inteligencia. Y en sur, la criminalización y discriminación contra las personas migrantes centroamericanas no tiene límite.
El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Prodh), coincidió en que durante el sexenio calderonista hubo un incremento atroz del número de violaciones a las garantías individuales, ataques contra defensores de derechos humanos y activistas de organizaciones sociales. Se generalizó la criminalización de los activistas sociales que levantaron resistencia contra proyectos gubernamentales.
Se tiene que hacer un balance objetivo en las diferentes materias de la administración que termina. Sin duda, el sexenio de Calderón ha sido uno de los peores en materia de derechos humanos. El problema fundamental ante el inicio de un nuevo gobierno es que no existe confianza ni buenas expectativas del futuro inmediato. Que tan mal está nuestra democracia?.