Un grupo de periodistas se manifestó en la sede del PRI en Hidalgo en protesta contra laa agresiones a reporteros hechas por candidatos de ese partido antes y después de la jornada electoral que pasó. Aqui el presidente del priismo hidalguense Ricardo Crespo jurando y perjurando que su Partido está por defender la libertad de expresión. Si asi fuera, ¿por qué entonces estos periodistas le exigen respeto en la cara?
Posted by Oficio Rojo on Viernes, 12 de junio de 2015
“Sí, yo le llamé”, dijo Carolina Viggiano cuando un grupo de reporteros y reporteras le cuestionaron si era ella la de la voz, en las amenazas que el periodista Anselmo Estrada Albuquerque denunció que la priísta le hizo. “Sí, yo le llamé”, insistió, pero negó que fuera para amenazar al columnista hidalguense.
Anselmo Estrada Albuquerque es un periodista de 79 años de edad. El pasado 28 de abril recibió de manos de la Fundación Arturo Herrera Cabañas la medalla al Valor Ciudadano por sus aportaciones sociales. Desde hace 55 es reportero y actualmente escribe la columna “La inocente polvorita” en el periódico Criterio, editado en el Estado de Hidalgo. En su edición del día 11 de junio de este año, el periodista señaló: “Acerca del enorme despliegue económico que se realizó antes y durante las elecciones 7, se tiene que anotar que en Huejutla fue descarada la intervención de los coahuilenses que, por mandato del gobernador Rubén Moreira, favoreció a su esposa, Carolina Viggiano Austria”.
La alusión molestó a la diputada electa por la zona Huasteca. Llamó a Don Anselmo y le amenazó con denunciarle si volvía a publicar algo sobre ella. Frente a lo ocurrido, el periodista escribió un texto detallando la agresión: “Me expresó categóricamente que lo que había publicado en mi columna “La Inocente Polvorita” en el diario Criterio Hidalgo, estaba fuera de la realidad; que de ninguna manera hubo coahuilenses en esa región. En virtud de que me emplazó a presentar pruebas sobre lo publicado le contesté que era imposible acceder a sus deseos de inmediato. Con tono acalorado afirmó que si yo volvía a publicar algo sobre ella me denunciaría.”
Las amenazas al columnista de “La inocente polvorita” es la más reciente de un acumulado de agresiones a periodistas en Hidalgo.
El 7 de mayo, el periodista Víctor Valera, reportero del diario El Independiente de Hidalgo denunció en conferencia pública las omisiones de la Comisión de Derechos Humanos estatal ante las quejas presentadas por él mismo debido a las agresiones que enfrentó de parte del presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso local, Ernesto Gil Elorduy, quien se negó a responder una entrevista argumentando que el reportero “olía mal”.
El día 7 de junio, en plena jornada electoral, el fotorreportero Juan Manuel Witvrun fue golpeado por dos miembros del staff del entonces candidato y hoy diputado electo del PRI por el distrito VI de Pachuca, Alfredo Bejos Nicolás, en el momento en el cual se encontraba sacando impresiones gráficas de la casilla donde el priísta acudiría a votar. Le dieron un cabezazo en la boca y una patada en la espalda. Además, rompieron su cámara fotográfica.
Lo irónico del caso es que estas agresiones se dan a menos de un mes que la Procuraduría de Justicia del Estado de Hidalgo nombrara al titular de la recientemente creada Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos Contra la Libertad de Expresión y Periodistas. El hombre en quien recayó esa responsabilidad es un Doctor en Derecho Penal de nombre Héctor Zárate Durón, asociado al poder local como funcionario del sistema judicial hidalguense en diversos periodos.
Evidentemente el nuevo fiscal tendrá mucho qué hacer, de cumplir su trabajo, atendiendo que la Fiscalía está facultada para perseguir delitos de oficio. No obstante, a un mes de su creación, la flamante instancia carece hasta de oficina en la sede de la Procuraduría estatal.
Por todo esto, un puñado de periodistas se presentaron en la sede estatal del PRI, en el evento de entrega de constancias como candidatos y candidatas ganadores. La fiesta era tricolor. De arriba abajo, las huestes priístas vitoreaban a sus jefes, sus mecenas, sus superiores: “¡PRI!, ¡PRI!, ¡PRI!”, resonaba en el patio de eventos, del edificio que se alza en un terreno al noreste de Pachuca, sobre le bulevard Colosio y al lado de un circo con animales.
Viggiano se defendió. Negó las amenazas y calificó de “actitud misógina” a quienes dicen que su esposo la ayudó en su campaña. Además, que sólo llamó a Estrada Albuquerque para saber el “por qué de sus dichos”: “mientras en la campaña se dijo eso, lo acepté como parte de la estrategia de un partido político; finalmente son expresiones y los medios las retratan como tal porque es su trabajo. Pero terminada la contienda, aseverar situaciones de esas es muy delicado sobre todo tratándose que los partidos estaban obligados a presentar pruebas”.
No obstante Viggiano olvidó precisar que “La inocente polvorita” no hace referencia a su esposo, Ruben Moreira, sino a “coahuilenses” que le habrían hecho el trabajo electoral.
Por su parte, Estrada Albuquerque calificó ese “amago” como un “artero quebranto a la labor periodística”: “Si fuera el caso de que la señora licenciada en Derecho, en realidad fue quien se comunicó conmigo, estaríamos ante un hecho lamentable por dos razones: primera, devela un vergonzoso desconocimiento del quehacer periodístico y de la Ley por parte de la susodicha, y segunda, estaríamos ante un escenario en el cual el autoritarismo hidalguense pretendiera acallar las voces críticas y los cuestionamientos legítimos de toda una sociedad”.
Desde que el PRI volvió a la Presidencia de México, se han asesinado a doce periodistas; 103 en total, en los últimos 15 años. Además, en el mandato de Enrique Peña Nieto, las agresiones a trabajadores de la prensa aumentaron. De ocurrir una cada dos días en el periodo de Felipe Calderón, a una cada 26 horas actualmente. Tan solo en el año 2014, se contaron por más de 326 los ataques a comunicadores, de acuerdo a la organización Artículo 19. Y aunque en Hidalgo no se registra un solo crimen en contra de uno de ellos, las manifestaciones de reporteras y reporteros contra los amagues del poder político, auguran la consolidación de una defensa efectiva de sus derechos.
Los mandaron callar
La protesta de periodistas del viernes 12 fue impensable. Según mi memoria, no ha existido acción similar en el país: Se presentaron a la sede estatal del PRI, justo cuando este partido celebrara su triunfo en las elecciones federales al Congreso, y en medio de cientos de priístas, seccionales y grupos de choque, alzaron cartulinas exigiendo respeto a su trabajo. «¡Sáquenlo a la chingada!», dijo uno de los militantes, mientras otros rompían los carteles y empujaban a un reportero que, entre los tricolores, se manifestaba. En tanto otro piquete de periodistas cuestionaba de frente, primero al presidente priísta Ricardo Crespo y luego a la diputada electa por el distrito I de Huejutla, Carolina Viggiano, quien unos días antes amenazara telefónicamente al columnista Anselmo Estrada Albuquerque. Los tambores y loas a los candidatos triunfadores inundaban el patio donde tenía lugar la celebración. Mucho calor bajo aquel techo de policarbonato y la multitud traída desde os barrios distritales para corear los nombres de sus patrones. El evento se diluyó con rapidez. Pero el gremio se instaló en el templete donde unos segundos antes los priístas sonreían. Las y los reporteros se fotografiaron con las consignas que sobrevivieron, juntos, en señal solidaria. «Respeto a la libertad de expresión».
Pero lo que ocurrió a las pocas horas demuestra la maquinaria autoritaria del PRI-Gobierno hidalguense.
Desde la alfombrada y arcaica oficina de comunicación social del Gobierno del Estado y desde los nerviosos escritorios de la secretaría de prensa del PRI, salieron órdenes irrestrictas a cada periódico, a cada noticiario, a cada portal de noticias estatal, de no publicar nada de lo ocurrido. Los directores y dueños de estos medios con adiestro bajaron la cabeza y el mandato fue cumplido.
La torcedura de brazo, la coerción, la corrupción, deviene de los «convenios de colaboración informativa» signados entre el poder y la empresa mediática. Cientos de miles y, de tanto en tanto, más de un millón de billetes pagados a los dueños de medios para colaborar con el sistema. Nada sorpresivo. Extraordinario hubiera sido que dejaran a los trabajadores redactar sus notas sobre lo que realmente pasó en la entrega de constancia de mayoría de los diputados electos del PRI de Hidalgo. Noticia nacional y se apura, internacional. «Protestan periodistas en la sede del PRI hidalguense». Aquel puñado de reporteros y reporteras hizo lo que tanto se necesita hoy en día, plantarle cara al abuso de poder.
Pero los medios dejaron solos a sus trabajadores. Las y los periodistas quedamos desprotegidos en medio de la corrupción política entre Gobiernos y empresarios. El dinero que paga la publicidad oficial y los «convenios informativos», precarizan la labor de los reporteros y reporteras. Los empresarios de la prensa ganan millones con esos negocios, pero no son capaces de brindar contratos, seguridad social, prestaciones de ley o salarios dignos a los trabajadores. Es el mismo círculo de explotación que se repite en fábricas y comercios. Más dinero, más producción, a costa de los derechos de los trabajadores. Esto, claro, no es algo que al Gobierno le importe en tanto tenga para sí la cobertura de sus intereses políticos y financieros.
Ese es el problema de fondo con el periodismo en México. Eso es lo que genera impunidad cuando agreden o asesinan a un periodista ¿Para qué investigar? ¿De qué manera el medio exigirá justicia si está entrampado en el soborno? Por eso, en el caso de los periodistas hidalguenses recientemente agredidos, los medios prefieren callar sin vergüenza alguna, en vez de respaldar a sus trabajadores. Va de por medio el negocio, antes que la dignidad. Un asco.