La corrupción en México no es cultural, es estructural; nace y se reproduce en el seno de las entidades que dan forma al Estado: políticos y policías, principalmente, según el INEGI.
Entonces, ¿qué hacer? Miremos lo que está haciendo China. El presidente Xi Jinping ha impulsado una reforma para evitar que la corrupción se convierta en un mal endémico, al tiempo que ha rechazado que esta sea incurable. Y no es fácil. El problema ha tocado las más altas esferas del Partido Comunista (PCCh), con casos de uso indebido de fondos y enriquecimiento ilícito. Estamos hablando de la tarea de “purificar” una organización de 80 millones de cuadros, más que la población de Francia y el doble que la de España, los cuales ocupan puestos de dirección en todos los niveles de la vida pública del país rojo. Y lo han logrado. Uno de los casos más famosos es el de Bo Xilai, ex miembro del Buró Político del PCCh y secretario general del Partido en la provincia de Chongqing, quien hoy cumple cadena perpetua luego de descubrirse que su esposa Gu Kailai estaba implicada en el asesinato del empresario británico Neil Heywood , a quien le pidió que le ayudara a evadir impuestos. Bo era visto como un político carismático, y hoy es una de los rostros de la lucha anti-corrupción del presidente Xi cuya campaña ya es conocida nacionalmente como la “caza de los tigres”. Hechos, no palabras.
Y no sólo eso. Xi Jinping ha ocupado la 18va sesión plenaria del Comité Central del PCCh en Beijing para afianzar su campaña anticorrupción en un momento especial pues se conmemora el 80 aniversario de La Gran Marcha, aquel viaje del Ejército Rojo de Mao Tse Tung entre 1934 y 1935 que marcó el triunfo de la revolución comunista de China. Es decir que el combate a la corrupción es también una reconciliación con la historia y la reivindicación de las ideas y causas que dieron origen a la Nación. De tal manera, el órgano de dirección del Partido ha exigido a todos sus miembros impulsar la “estricta gobernanza”, basados en lo que el Presidente Xi ya había adelantado a principios de año: «Para forjar el hierro es necesario ser fuerte”, dijo citando un proverbio tradicional chino para subrayar la decisión del Partido de librarse de la corrupción, creando “un sistema en el que los funcionarios no se atrevan, no puedan y no deseen volverse corruptos», dijo el presidente chino, según la agencia Xinhua.
La estrategia de Xi es metódica, es seria y es realista. Se ha tratado de crear un ambiente de disuasión tal que los funcionarios sean «incapaces de llevar a cabo actos de corrupción y estén poco dispuestos a realizarlos», dijo el presidente, subrayando otro elemento clave de su campaña: no culpar a la población por el problema, sino pedir su apoyo. Obtener «el apoyo de la gente es la máxima prioridad política», dijo Xi. “La campaña anticorrupción ha elevado la fe de la población en el Partido y el apoyo que le brinda y la gente elogia mucho la campaña”, agregó. Y los datos parecen darle la razón. Según Xinhua, desde el 18vo Congreso Nacional del PCCh a fines de 2012, China ha intensificado su campaña contra la corrupción y ha castigado a un gran número de funcionarios corruptos con base en la ley, incluidos ex líderes de alto nivel como el ex viceministro de Seguridad Pública, Li Dongsheng, quien fue sentenciado a principios de 2016 a 15 años de prisión por aceptar sobornos. La campaña del líder comunista es de” tolerancia cero”, donde “la disciplina sea más estricta que la ley”.
De tal manera, el Sistema Anticorrupción mexicano no llegará a ningún lado si no reconoce que el problema ha nacido en el seno del mismo Estado y es el mismo Estado quien debe corregirlo cumpliendo la ley, disciplinándose, planeando con visión histórica y política y, sobre todo, castigando ejemplarmente a los culpables y no ayudándoles a escapar. La clave del éxito de China ha sido simple: lo que se dice, se cumple. Porque así debe ser. Porque la ética es más importante que la politiquería.