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lunes, diciembre 23, 2024

De la tierra del Sol Naciente: Mis días en Japón (II Parte)

Una vista a Kyoto. FOTO: Mitzy Alcalá / DESDEABAJO
Una vista a Kyoto. FOTO: Mitzy Alcalá / DESDEABAJO

Y así, el 6 de agosto de 1945 la historia del mundo cambió. Little Boy se impactó sobre Hiroshima, cambiando por completo la historia de Japón y de la humanidad.

“El agua quemaba, el aire quemaba mis pulmones” , me dice una sobreviviente de la bomba atómica “yo iba a la escuela, pero no pude llegar” y asegura que la escena era dantesca, nadie entendía lo que pasaba. Gritos, dolor, desolación.

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“El agua quemaba, el aire quemaba mis pulmones”, dice una sobreviviente de la bomba atómica sobre Hiroshima. FOTO: Mitzy Alcalá / DESDEABAJO

“Antes del ataque, nadie creía que nuestra nación pudiera ser atacada de esa manera. El espíritu de los samurais nos protegía… y no fue así”, recuerda quien padeció las secuelas físicas por años y tuvo que ser operada en muchas ocasiones para darle un aspecto “normal”.

Hoy, como testigo de la barbarie podemos ver la Cúpula Genbaku, Memorial de la Paz, un edificio que fue construído para la Exposición Comercial de la Prefectura de Hiroshima en 1915 y que se conserva exactamente como quedó después del bombardeo. (Recomiendo buscar la historia de Sadako Sasaki y las Mil Grullas).

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Cúpula Genbaku. FOTO: Mitzy Alcalá / DESDEABAJO

Sin van a Hiroshima no dejen de visitar el Museo Memorial de la Paz es una experiencia que los acercará a lo ocurrido, además de que las instalaciones son excelentes, la introducción, las salas y las piezas de su acervo, cuentan la historia, y por supuesto, no dejen de probar el Okonomiyaki, el plato típico, eso sí, acompañado de un buen vaso de sake.

Y del centro de la destrucción, pasé al enigmático barrio de las geishas en Kioto, tuve la suerte de ver a las maiko, sus aprendices. Ahí fui invitada a la ceremonia del té, y caray que difícil me resultaron los movimientos delicados y seguir el paso a paso, pero sin duda, lo mejor fue degustar un delicioso y original té verde japonés.

Una visita a una casa de te. FOTO: Mitzy Alcalá / DESDEABAJO
Una visita a una casa de te. FOTO: Mitzy Alcalá / DESDEABAJO

Aki Higuchi, mi compañera japonesa de viaje me contó que para acudir al sitio donde las verdaderas geishas “comparten” con los clientes, es necesario ser recomendado por algún miembro de ese selecto club, no cualquiera, por mucho que pueda pagar el servicio. Recorrer las calles de Kioto es otro mundo, por su belleza y su misterio.

Total, podría hablar de muchos detalles de mi experiencia, pero me basta con saber que pude meter los pies en las aguas del Océano Pacífico, pero al otro lado de la costa.

Kioto, de vista al oceano Pacífico. FOTO: Mitzy Alcalá / DESDEABAJO
Japón, de vista al oceano Pacífico. FOTO: Mitzy Alcalá / DESDEABAJO

Por cierto, a los japoneses no les gusta mucho que hables en inglés y menos que los confundas con chinos o coreanos.

Mitzy Alcala Contreras
Mitzy Alcala Contreras
Licenciada en Periodismo por la UNAM, fue editora de Internacionales, se dedica a la Cultura y es viajera ocasional.

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