En el Feminismo tenemos como constantes tres términos: Deconstrucción, Descolonización y Sororidad. Las tres palabras evocan luchas y compromisos con la congruencia, tanto individual como colectiva. Evocan la dificultad que genera la relación con la autocrítica, vital para un movimiento de resistencia y de propuesta libertaria, como es el Feminismo.
Y es que la relación del feminismo con el movimiento TTTRANS no había sido fácil hasta 2016, cuando fue precisamente el Feminismo de la corriente inter-seccional, el que logró reivindicar el derecho a decidir sobre el propio cuerpo de las personas Transexuales, el derecho a la libre construcción de la personalidad para las personas Transgénero, y el derecho a la expresión Pública del género para las personas Travestis.
Así, la iniciativa ciudadana impulsada por la colectiva Las Constituyentes CDMX Feministas para incluir a las tres poblaciones TTTRANS en la Constitución de la Ciudad de México representó el inicio de una relación nueva, con otros parámetros de horizontalidad, con el movimiento TTTRANS mexicano.
Pero también representó un llamado crítico al cuestionamiento de la relación utilitaria entre el movimiento TTTRANS con los intereses de los sectores Lésbico Gay de corte neoliberal y capitalistas, quienes operaron desde alianzas internacionales para eliminar de la primera versión de la Constitución de la Ciudad de México a las tres poblaciones TTTRANS (Travesti, Transgénero y Transexual) y acotar el acrónimo al minimalismo T de la casi marca registrada de la homonorma LGBT.
Lo más destacable del incidente fue la naturaleza legislativa. Mientras representantes lesbianas de un activismo empresarial financiado con recursos nacionales y extranjeros intentaron invisibilizar a las poblaciones TTTRANS, fueron tres mujeres Feministas, dos de ellas heterosexuales y una bisexual, las que generaron la iniciativa para volverlas a la Constitución.
Este nuevo parámetros histórico también trae consigo nuevos encuadres conceptuales de inclusión y de replantear el feminismo desde una re-lectura a los postulados de arranque de la segunda ola del feminismo, detonados por la filosofía Simona de Beauvoir tras la segunda guerra mundial.
La afirmación de la filosofía francesa “La Mujer se construye, no nace” dibuja la frontera entre la genitalizacion impuesta por el patriarcado sistémico, y la capacidad de la mujer para reapropiarse de su identidad desde su propia lucha por generar su propia vida, alejándose del anclaje anatómico exigido por los intereses del privilegio masculino.
Así De Beauvoir dibuja una línea conceptual que llevaría a corrientes del feminismo de la tercera ola, prácticamente desde finales de la década de 1990, a cuestionar el rechazo de fundamentalismos genitalistas del feminismo radical que demandaban la explosión de las mujeres TTTRANS de espacios Feministas desde mediados de los 1970’s.
Esa corriente transfobica enquistada en el Feminismo radical y denominada TERF (feminismo excluyente hacia personas TTTRANS por sus siglas en inglés) ha quedado rebasada en México por el incidente de las tres /T/ (Travesti, Transgénero y Transexual) en la Constitución de la CDMX.
Sin embargo, también hay un sector desde la población TTTRANS que genera misoginia y fobia hacia el Feminismo, alentada desde la homonorma Lésbico Gay.
La autonomía TTTRANS representa en sí un riesgo para colectivos homonormados lésbico gay que usan a las poblaciones TTTRANS como vehículo para obtener recursos económicos a través de financiamientos.
A medida que haya más distancia entre el movimiento feminista y el movimiento TTTRANS, habrá más posibilidad para los colectivos homonormados lésbico gay de colonizar y lucrar económicamente y políticamente con las poblaciones TTTRANS.
Sin embargo, y como conclusión podemos analizar la confirmación del Primer Parlamento de las Mujeres del Congreso de la Ciudad de México, en cuya confirmación participan de manera horizontal mujeres TTTRANS.