Periodistas de Pachuca inauguraron en el llamado «Jardín del maestro», ubicado en la capital hidalguense, un mural dedicado a la libertad de expresión, como emblema de la prensa libre y con el deseo de que en esta entidad nunca se acallen las voces del periodismo, a pesar de las ocasiones en las cuales así lo han intentado algunos poderes locales.
En el acto, el escritor Alfredo Rivera Flores –autor del libro «La Sosa Nostra. Porrismo y gobierno coludidos en Hidalgo», el cual narra la época de la violencia política ejercida por dirigentes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, lo que le ha llevado a enfrentar una agotadora demanda desde el año 2004 por parte del cacique univeritario, Gerardo Sosa Castelán–, emitió el discurso central, reivindicando los valores de la libertad de prensa y como eje, la labor del insigne periodista pachuqueño, Miguel Ángel Granados Chapa.
Rivera Flores otorgó a Desde Abajo copia de su discurso y, con su autorización, lo reproducimos a continuación:
Palabras en vuelo libre
por Alfredo Rivera Flores
“Por encima de todas las libertades, dadme la libertad de saber, de hablar y de argúir libremente según mi conciencia”. De tal manera plasmó John Milton la esencia de la Libertad de Expresión.
Hoy en esta Bella Airosa de nuestros amores; hoy en esta plaza dedicada al magisterio; hoy que los hombres libres se reúnen para perpetuar el anhelo de que la palabra, las ideas y el ejercicio periodístico lleguen sin cortapisas a los hombres y mujeres del mundo a quienes están destinadas, yo aprovecho para rendir homenaje al más grande de nuestros coterráneos, quien entregara su vida al periodismo y a la lucha en pro de la libertad de expresión: Miguel Ángel Granados Chapa.
Amoroso de las palabras, resultó natural que Miguel Ángel se constituyera en un ardoroso defensor de la libertad de expresión. Por ello fueron incontables las columnas que dedicó a exponer el tema y múltiples los caminos que intentó para fortalecer el ejercicio periodístico.
Elemento central de su participación en pro de la libertad de expresión lo constituyó la propia “Plaza Püblica”, pues no solamente no permitió que fuera coartada su libertad, sino que muy lejos estuvo de caer en la debilidad de la autocensura.
Por más qe sus escritos estaban sustentados, no escpó de la arremetida jurídica que pieles sensibles o cínicos de siete suelas emprendieron en su contra al considerarse ofendidos. Arrostró la amenaza no cumplida de demanda de Gabriel Zad por la publicación de una fotografía en “Mira” que fue tomada por su amigo y socio Pedro Valtierra.
Regino Díaz Redondo sí lo llevó a los tribunales, pero salió exonerado; el entonces gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa se topó con macizo al intentar intimidarlo. Sin emnargo, fue el asunto del prólogo al libro “La Sosa Nostra. Porrismo y gobierno coludidos en Hidalgo”, el que le enfrentó a un dificl, tramposo y prolongado juicio. Tras siete años de un litigio plagado de vicios y argucias, Miguel Ángel fue exonerado totalmente.
Coincidirán conmigo, siempre resulta grato y enriquecedor recordar a un hombre de la talla de don Miguel Ángel, por ello también mi agradecimiento a los organizadores de este acto.
Aprecio en verdad el que me invitaran a participar, pues aquí encuentro la oportunidad de elevar mi voz una vez más para señalar que el ejercicio de la palabra en vuelo libre es de tal manera sagrado que, más allá de nuestras pequeñas diferencias, hemos de unir esfuerzos para levantar un valladar a los intentos de los hombres que enquistados en el poder se empeñan en buscar el silencio, la distorsión de la verdad y el ocultamiento de la información. Antaño eran los llamados caciques, ahora pueden ser señalados como mafias del poder. Siempre interesado en mantener la ignorancia en su entorno.
Hoy es una de esas maravillosas ocasiones en que el poder seductor de las palabras se trastoca en trazos y colores. Hoy es una fecha memorable porque lo muros cantan y cuentan los anhelos de los hombres libres. Hoy es un buen día porque los periodistas hidalguenses plasman en un lienzo una patética representación de la libertad de expresión aherrojada, que debe hacernos meditar; pero también, el mural nos muestra la cámara como instrumento de trabajo y el pensamiento de reconocidos periodistas que habrán de fungir como guía e inspiración.
Quince años sometido a un juicio que pretende inútilmente silenciar el pensamiento libre y crítico me dan el aval para dirigir a ustedes estas palabras, que terminan exhortandolos:
Estimados paisanos, queridos amigos, admirados colegas, a manera de despedida dejo a ustedes las tres palabras con que Granados Chapa titulara su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua: “La ley, las libertades y la expresión”. Y con ellas les expreso mi deseo porque el ejercicio cotidiano de comunicación que ustedes realizan, se encuentre marcado por estos invaluables principios.
¡Qué viva la libertad de expresión!