No cabe duda que la serie norteamericana “Juego de Tronos” se convirtió en un fenómeno mediático. Logró mantener la expectación de las y los televidentes durante varios años, pero la reacción de la audiencia al final que le dieron David Benioff y D.B. Weiss, fue realmente todo un acontecimiento.
Nunca vi la serie, no me interesó. Por mi querida amiga Pilar Jódar, conozco éste análisis de Eva Rodríguez:
“La serie nunca pretendió ser feminista, más bien empezó siendo misógina. No creo que los autores hayan tenido la intención de que fuera feminista, sobre todo teniendo en cuenta que lo que vimos en la pantalla tiene toda una estructura patriarcal, con las herramientas de poder jerarquizado que siempre ha mantenido el sistema: militarismo, capitalismo y religión. Sí, en la serie varias mujeres llegan a ser reinas, pero, ¿podemos por ello calificarla de feminista? La respuesta es “no”, porque éstas mujeres han escalado hasta su reinado dentro del sistema patriarcal, es decir, siguiendo exactamente los pasos que seguirían los hombres y utilizando las mismas herramientas. Podríamos llamarlo entonces liberalismo, sin feminismo”.
Hasta aquí se los dejo.
Yo lo que rescataría sin duda, es la reacción que provocó el final que tuvieron éstas “empoderadas” mujeres. Así que hice una pequeña encuesta, una sola pregunta: ¿qué te molestó más del final de Juego de Tronos, que las mujeres tuvieran el mismo final de siempre, o que los personajes femeninos fuera tan poderosos, para luego arrodillarlas?.
Pocas y pocos respondieron qué les molestó. Lo primero: la gran mayoría se sintió defraudada y engañada ante la rendición, el sometimiento en nombre del amor, y la abnegación como destino final, en específico, de estas mujeres. ¡La reacción de la audiencia está diciendo mucho!
Tengo años insistiendo en que hay que cambiar la narrativa en los medios de comunicación, entre los cambios está precisamente que dejen de ser los hombres los únicos héroes de las historias y que dejen de montarse en el trabajo y el esfuerzo de las mujeres. Pero para eso, el sistema patriarcal tendría que reconocer el poder y valor real que tienen. Pasará mucho tiempo, porque es dueño de la historia quien la escribe y quien la cuenta. Aún así no pierdo las esperanzas.
Porque si ustedes lo reflexionan de manera más profunda, en la vida real es lo que continuamente nos ocurre a las mujeres: desde 1953, somos las que más votamos en éste país, pero para que lleguen los hombres a la presidencia. Somos las que consumimos más para que algunos hombres sigan siendo los dueños del planeta y cómo estos ejemplos muchos.
¡Total que el juego de tronos fue un juego para ver como tronaban a las mujeres!
Pasando a otra cosa más seria, quiero a través de ésta columna expresar mi total respaldo y apoyo a todas y todos los diputados de la fracción del partido MORENA en el Congreso local. Han recibido amenazas de muerte por manifestarse a favor de la despenalización del aborto en Hidalgo. Es la fracción del PAN encabezada por Asael Hernández, quien está detrás de las amenazas, con la complacencia de los priístas, porque no las han rechazado públicamente.
Y lo peor de todo es que los panfletos impresos que están circulando con los datos personales de las y los diputados de MORENA, han sido pagados con nuestro dinero, al igual que los famosos foros de contentillo que se realizaron para hablar contra la despenalización del aborto.
La Contraloría del Congreso tiene que hacer su trabajo y fiscalizar. El Congreso en su conjunto expresarse de manera muy enérgica en contra de éstas prácticas fascistas que nos regresan al fundillo de la historia.
A las y los diputados de MORENA les digo: ¡sigan adelante, el miedo y la valentía van de la mano!
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