Por la noche de este 29 de mayo, el atentado con explosivo contra la senadora Citlalli Hernández paró los rotativos de los diarios. No se tiene memoria de un acto semejante desde la época de la usurpación de Victoriano Huerta cuando legisladores como el mártir chiapaneco Belisario Domínguez fueron presas mortales de la dictadura huertista. Tiempos aciagos aquellos de la Revolución que evocan la máxima marxista de que la historia es un ciclo sin fin y que la reacción conservadora actúa con violencia cuando son tiempos de progresismo. En efecto, la historia de las ideologías es pendular y, cuando, la izquierda avanza, la derecha asoma sus fauces. Por eso la Fiscalía General de la República deberá arrojar entre sus líneas de investigación los probables motivos políticos y religiosos que podrían estar detrás de este ataque contra una legisladora de 29 años, profusamente defensora de los desaparecidos, la diversidad sexual y la interrupción legal del embarazo.