La visita del presidente López Obrador a Huejutla dejó tres mensajes interesantes. Primero, fuera proselitismo: El evento relegó a diputadas, diputados locales, federales, autoridades municipales y hasta representantes del Senado quienes ya no estuvieron sobre el templete para cobrar electoralmente por los aplausos. Quienes acudieron, tomaron su lugar entre la multitud, sin protagonismos. El propio mandatario ha advertido que será el trabajo, y no la politiquería, lo que encamine a cualquiera que aspire a un cargo más elevado. Segundo, el reconocimiento al gobierno estatal: Sobre ningún otro gobierno de un partido en oposición se refiere AMLO como se refiere al de Hidalgo. Probablemente, el hidalguense, es el Ejecutivo local más cercano al Gobierno de México en lo que vamos de sexenio. Comenzó por las razones obligadas del caso Tlahuelilpan y ha continuado, hay que decirlo, porque el gobernador Omar Fayad logró encontrar la ruta de la cuarta transformación. Se lleva bien con el gabinete federal, con los líderes del Senado y el Congreso, tiene una excelente relación con López Obrador. Ayer, en el acto, el propio presidente lo puso de ejemplo de coordinación entre poderes. Hace mucho tiempo que Hidalgo no gozaba de este beneficio. Tercero, la presentación en su tierra de Arturo Herrera Gutiérrez, en boca de AMLO: El presidente elogió al hoy secretario de Hacienda, oriundo de Hidalgo, al afirmar que será él quien disponga los recursos de la carretera estatal que irá de Pachuca a Huejutla. Lo presumió ante la audiencia y esta lo aplaudió. De tal manera, no hay paso sin huarache, ni visita presidencial sin mensajes políticos para el presente y el porvenir.