La facción del cacique Gerardo Sosa en el congreso de Hidalgo juega con los derechos de las mujeres y los toma como moneda de cambio para sus intereses. De tal modo, su alfil en la comisión de Legislación y Puntos Constitucionales, Roxana Montealegre Salvador, ha entorpecido toda esta semana el curso de la reforma que despenaliza la interrupción del embarazo en Hidalgo bajo el pretexto de «prelación»; es decir, pseudo-argumentando que existen iniciativas que preceden en el orden a esta (como si eso hubiera importado antes). Así, el secretario de Servicios Legislativos, Abel Roque López (también miembro del sosismo), turnó a tres comisiones la iniciativa cuando en realidad tuvo que ser a una sola: la de seguridad, por tratarse de una reforma al código penal. Es dudable que lo haya hecho por ignorancia (que igual y sí), por lo que se advierte el dolo con tal de seguir obstaculizando la iniciativa. Lo que quiere el grupo Sosa es el apoyo de toda la fracción de Morena para reformar la ley orgánica del Congreso y se apruebe así la posibilidad de quedarse con la presidencia de la Legislatura los dos años restantes. Su empeño en este tema causó la división de la bancada morenista cuando cuatro legisladoras (que no pertenecen a la facción sosista) publicaron de plano su distanciamiento con dicho grupo y consejeros de Regeneración Nacional advirtieron el daño que le hace el sosismo a este partido. Entonces, con talante porril, la banda de Gerardo Sosa pide rescate por la despenalización del aborto a cambio de otorgarles más poder en el Congreso. Qué tan vergonzoso es su proceder que hasta diputadas federales y senadoras de Morena, que nada tienen qué ver con Hidalgo pero sí con el derecho a la salud y la justicia de las mujeres, publicaron videos en redes sociales exigiendo a Montealegre Salvador y a su grupúsculo destrabar la iniciativa y recordar que, el lugar que ocupan, no es porque el sosismo sea poderoso ni mucho menos, sino porque la gente que les votó a pesar de su infame trayectoria.