El feminismo no se detendrá. Su revolución, que comenzó hace más de trescientos años, está viviendo una ola poderosa, donde nada se calla y los machistas quedan evidenciados. Todos los hombres hemos pasado por ahí. El patriarcado nos enseñó a mentir, a manipular, a violentar, a usar nuestros privilegios de género contra las mujeres. Estamos condenados a sucumbir a nuestra historia. No habrá tregua. Otros hombres vendrán luego, los hijos de aquellas, quienes nacerán en un nuevo contexto, cuando todo será cenizas. En tanto, las instituciones comienzan a arder. Ha tocado a la UNAM, cuya máscara pulcra es arrancada por el anarco-feminismo. Es el turno de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, dónde lo que no consiguieron los movimientos universitarios, lo está consiguiendo el feminismo, alzando el puño y señalando al agresor. En las últimas semanas han brotado los nombres: Carlos Barra y Habacuc López, del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, un par de don nadie, no obstante arrojados al cadalso como acosadores, violentadores y machistas. A finales de año, un valiente grupo de estudiantes de la Prepa 1 se apostó frente a la antigua rectoría de la calle Abasolo, para decir que las autoridades de la UAEH, otros estudiantes y maestros, protegen a los agresores sexuales. Antes, aparecieron pintas en los baños del ICSHu dónde se acusaban a maestros y maestras de proteger a alumnos y otros profesores que han acosado sexualmente a las alumnas, como Alfredo Carmona Casas, señalado por alumnas de ciencias de la comunicación. El grupo universidad se lava las manos diciendo que no hay denuncias ante la defensoría universitaria y, claro que no las hay, si la UAEH es un cacicazgo ungido por la impunidad. Me consta. Recuerdo a un tal Hugo Castillo, quien hacía chistes sexistas sobre las alumnas, las degradaba y tocaba con lascivia, de tal modo, fue denunciado; la dirección no aguantó la presión y lo corrió. Estoy seguro que más nombres aparecerán. Tocará a la Universidad averiguar, sancionar y establecer mecanismos para erradicar la violencia contra las mujeres en la institución; porque, otra, ¿qué pasa con las maestras, administrativas y trabajadoras manuales que sufren acoso, quienes no denuncian por temor a represalias?. La UAEH tiene que actuar ya.