ALUMNAS DEL CECyT 16 DEL POLITÉCNICO NACIONAL EN PACHUCA levantaron un tendedero para denunciar varios actos de violencia y acoso sexual en su contra por parte de profesores, alumnos y empleados de esta escuela; y me invade la emoción, por su valentía; y me golpea el coraje, por la impunidad. Ya son dos escuelas de media superior que en Pachuca han perdido el miedo y han escracheado a sus acosadores: la Prepa 1 y, ahora, la Voca16. Fuí profesor de Filosofía ahí, dos semestres. Por mi clase pasaron doce grupos, cada uno con cuarenta o más estudiantes; la mayoría eran mujeres. Doy testimonio de que el IPN tiene uno de los sistemas más encubridores de la violencia, debido a su burocracia. Su consejo contra la violencia (Cosecovi) deja en la impunidad a los acosadores. Una de mis alumnas más inteligentes denunció a su violentador y, harta de la impunidad, tuvo que pedir su baja. Esta es una situación paradójica toda vez que el Politécnico desarrolló el instrumento para medir la violencia de género más utilizado en el país, el «violentómetro». Esto demuestra que de poco sirven las buenas intenciones y los «protocolos» que más bien son paliativos; contra la Violencia, sobre todo contra la Violencia hacia las mujeres menores de edad, se debe actuar con contundencia. Se debe recordar el caso de María de Jesús Jaimes, alumna de la ESIA Ticomán, quien en el 2016 fue víctima de acoso por parte de un profesor; acoso que no paró hasta que el maestro que la acosaba la mató, arrojándola desde un cuarto piso. Por eso la dirección del CECyT 16 debe echar de ahí a los acosadores; la sección del SNTE que los resguarda debe colaborar con la justicia politécnica. Las alumnas están gritando que están en peligro. Las alumnas están avisando que nunca más se quedarán calladas. Y tanto ellas como las autoridades del IPN deben saber que ellas no están solas. Comparto aquí las FOTOS de TODAS las DENUNCIAS. Para que hable su rabia y nunca se olviden los nombres de sus agresores.