Para ningún pueblo del mundo ha sido fácil la lucha contra el coronavirus. Pero CUBA es un país que se ha destacado por sus éxitos ante esta pandemia. Al tiempo de este editorial, la isla suma UNA SEMANA SIN FALLECIMIENTOS a causa del COVID. Ningún país en el mundo ha logrado esto. Y tres datos alentadores más sobre sus hitos: han recuperado a más del setenta por ciento de sus pacientes; su índice de mortalidad es del 0.002 por ciento y, quizá lo más alentador, NINGÚN NIÑO O NIÑA cubana ha enfermado de este virus. Quizá se piense que se trata de un país pequeño, con apenas once millones de habitantes. No puede compararse con el caso de México que supera los ciento veinte millones. Pero basta un contraste de cifras para entender que, en la pelea contra la enfermedad, NO SE TRATA DE CUANTOS HABITANTES, sino del MODELO DE ATENCIÓN que se aplica. Así, por ejemplo, un país que tiene el mismo número de habitantes que Cuba es BÉLGICA con casi once millones y medio. Pues este país europeo suma más de nueve mil muertes a causa del COVID, al momento. Por su parte, Cuba, tiene setenta y nueve. ¿Cómo es posible que dos países con la misma cantidad de personas pueden presentar resultados tan drásticamente opuestos? CUBA TIENE 99 % MENOS MUERTES QUE BÉLGICA TENIENDO LA MISMA CANTIDAD DE HABITANTES. Bueno, es cierto, Bélgica se sitúa en punto de mucha movilidad por lo cual existe una variable de riesgo muy alta; pero si a esas vamos, Cuba estaba lleno de turistas, como es costumbre, al momento de que todo estalló. De hecho en todo el mundo siempre hay flujo de personas, ya si vives en Turkmenistán o en Tijuana. Pero la DIFERENCIA entre Cuba y Bélgica se haya en el modelo social. Mientras la primera ministra belga, Sophie Wilmes, decidió permitir la movilidad en el país priorizando lo económico sobre lo sanitario, el presidente cubano, MIGUEL DÍAZ-CANEL, ordenó el confinamiento general y convocó a decenas de miles profesionales de la salud, incluidas estudiantes, a levantar de inmediato un CENSO ENTRE LA POBLACIÓN para pesquisar a quien presentara síntomas o estuviera en riesgo de contraer la enfermedad. No está de más recordar en que en la isla los servicios de salud son gratuitos por lo que una prueba de coronavirus que en México puede costar casi cuatrocientos dólares, en Cuba no cuesta. Esto brinda entre la población cubana un clima de confianza en sus servicios sanitarios. Este levantamiento de información es cotidiano y el Ministerio de Salud colocó un sistema online para que la gente pudiera descartar o confirmar posibles síntomas. Pero eso no queda ahí. El verdadero FACTOR DE ÉXITO se encuentra en sus liderazgos sociales. En cada calle, en cada barrio, Cuba tiene DIRIGENTES sobre quienes recae la responsabilidad de gestión y resolución de las necesidades de cada individuo o familia. De modo que si alguien requiere apoyo con relación a un asunto que necesita la intervención del Estado, como por ejemplo, algo relacionado a la escuela, servicios púbicos, seguridad o salud, el dirigente de barrio es el intermediario. Ellas y ellos saben quien está enfermo, incluso antes que la familia del implicado. Esa COHESIÓN SOCIAL ha permitido a Cuba salir a flote. No hay brechas entre la población y el Gobierno. En MÉXICO TENÍAMOS ALGO ASÍ, cuando existían los jefes o jefas de manzana o jueces de barrio. Eran los liderazgos comunitarios, quienes gestionaban las necesidades vecinales, electos o depuestos por los propios vecinos, según sus aptitudes. Pero llegó el NEOLIBERALISMO Y NOS LO QUITÓ. Si aún tuviéramos ese modelo heredado de la Revolución mexicana, no sufriríamos los estragos de la DESCOMPOSICIÓN SOCIAL que produce episodios como las agresiones a profesionales de la salud y la irrupción violenta en hospitales. No solo Cuba, nuestro país también sería un ejemplo ante el mundo.