Se han vuelto como fantasmas en medio de la pandemia. Bajo el polvo que levanta la ausencia, luchan por venderle algo a alguien que no está. Y quiénes por ahí pasan, también tienen los bolsos vacíos. Sus monedas están contadas y caen de una en una como caen los días, empujadas al fondo de la jornada con todo el peso de la incertidumbre: ¿Cuando, maldita sea, mejorará esto?