La mesa directiva del Senado de la República se renovará el septiembre, cuando inicie el próximo periodo ordinario de sesiones. Pero desde ahorita se siente la pugna por la silla que aún ocupa la senadora morenista, Mónica Fernández Balboa. Por un lado, el PAN insiste en que le toca el cargo y ya anunció que, si no se lo dan, acusará a Morena de autoritarismo. Por su parte, Regeneración Nacional baraja sus posibilidades porque es muy posible que repita en esa titularidad. Entonces, los nombres se reducen a unos cuantos, definidos por su lealtad u oposición a quien lleva el control de la bancada, Ricardo Monreal Ávila. Se dice que el zacatecano de nuevo quiere imponer su mano y dejar a uno de sus lugartenientes, el poblano Alejandro Armenta. También se habla de otro amigo suyo, quien además tendría el apoyo del ex gobernador de Chiapas, Manuel Velasco: el también chiapaneco, Eduardo Ramírez. Se oponen a Monreal un grupo de senadores morenistas liderados por su acérrimo rival, Martí Batres Guadarrama, quien fue prácticamente echado de la presidencia senatorial por obra de del exjefe delegacional de alcaldía Cuauhtémoc. A Batres lo acompañan la también senadora por la Ciudad de México, Citlali Hernández. Por su parte, la parlamentaria por Guanajuato, Malú Micher —camarada feminista de la senadora Hernández—, aspira al puesto, pero, el ánimo en la Cámara es que le toca a un hombre. Entre las pugnas se asoma el nombre del senador hidalguense, Julio Menchaca Salazar, quien goza de las simpatías de Monreal y tiene una relación cordial con Batres. El de Pachuca ha cobrado buen nombre gracias a su trabajo como presidente de la Comisión de Justicia, desde donde ha despachado importantes asuntos para la 4T como la Ley de Amnistía y la despenalización de la marihuana. Además, por sus manos pasan todas las controversias entre los poderes del Estado, aspirantes a los ministerios judiciales y, por si fuera poco, las cartas credenciales de las misiones diplomáticas, entre otras cosas vitales para la administración de Andrés Manuel López Obrador. Otra las virtudes de Menchaca es su buen tacto político. Es respetado por su trabajo, es requerido por su inteligencia y todos los grupos, dentro y fuera de Morena, quieren una buena relación con él. Esto lo convierte uno de los grandes fieles de la balanza en la sucesión. De tal modo, para las voces expertas, Julio Menchaca podría convertirse en el presidente ideal de la próxima mesa directiva del Senado. Su nombre está en la baraja y puede ganar la partida.