El presidente López Obrador se muestra muy confiado para su vista a Donald Trump de este miércoles. En la conferencia de prensa mañanera, los medios lo cuestionaron mucho acerca de su postura sobre el muro fronterizo y las agresiones del régimen estadounidense sobre la migración mexicana. Pero AMLO dijo que era dueño de su silencio. Aún más, pidió al grupo de periodistas asistentes que no adelantarán vísperas y que esperen a su retorno el viernes para conocer los detalles del viaje de Estado. Tal juego de cintura ante los justificados cuestionamientos lanzados por el periodismo, evocan episodios anteriores en la vida pública del hoy presidente mexicano, cuando ha pedido paciencia, para luego revelar, en los hechos, su agenda oculta. Cuando lo cuestionaban en el año 2005 sobre una posible candidatura presidencial, de la misma manera se negaba a responder (quién no recuerda el ultrafamoso «lo que diga mi dedito») para luego alzarse como un exitoso aspirante a la Presidencia. O cuando en la trancisión de su actual mandato se le criticó mucho por reunirse con el expresidente Peña Nieto. Entonces se le acusó de pactar la impunidad con el antiguo gobierno plagado de corrupción. Pero, al cabo de dos años, varios de los protagonistas del saqueo peñanietista están sometidos a proceso judicial. Lo mismo pasó el año anterior cuando Washington amenazó con elevar aranceles a las exportaciones mexicanas. La derecha adelantó que sería el principio del fin de la administración obradorista. Pero dos meses de negociaciones silenciosas, libraron al país de una crisis. Me parece que hay cosas que no sabemos acerca de su visita a Trump. A veces la prensa carece de memoria histórica y se olvida que AMLO, como animal político, es feroz. Por eso está donde está luego de veinte años de propaganda en su contra. Ya nos enteraremos.