Sin duda la adultocracia gobierna al mundo, es poco frecuente que en algún ámbito social sean las juventudes quienes tengan el total control. Por ello, quienes tienen el poder, y ya no la juventud, suelen difundir estereotipos contra las y los jóvenes, tachándoles de personas inexpertas, impetuosas, ignorantes y desidiosas, lo que ha contribuido a la creación de grandes brechas de edad, que llevan a la mayoría de las juventudes a la pobreza.
La ONU reporta que existen en el mundo 1800 millones de jóvenes entre los 10 y 24 años de edad. Es la población juvenil más grande de la historia. Sin embargo, más de la mitad de niñas, niños y adolescentes de entre 6 y 14 años no sabe leer, o no tiene conocimiento básico de matemáticas, a pesar de que la mayoría asiste a la escuela.
Según la Organización Internacional de Trabajo, uno de cada 6 jóvenes se encuentra sin trabajo debido a la crisis provocada por el COVID-19 y se deberán crear 600 millones de empleos en los próximos 15 años para satisfacer las necesidades de empleo juvenil.
Esta crisis global en los derechos de las juventudes amenaza el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud, (hoy denominada “de las juventudes”, en reconocimiento a las diversas formas de vivir la juventud), para efectuar una celebración anual que promueve el papel de las y los jóvenes como protagonistas esenciales en los procesos de cambio, además de generar conciencia sobre los desafíos y problemas a los que las juventudes se enfrentan.
El tema de este 2020, bajo el lema «El compromiso de la juventud por la acción mundial», es destacar cómo el compromiso de los jóvenes a nivel local, nacional y mundial puede enriquecer los procesos y las instituciones nacionales y multilaterales, así como identificar cómo mejorar significativamente su representación y participación política.