Hace 7 años, por estas mismas fechas, escribí un artículo titulado El arte de separar el arte del artista, donde planteaba que, cuando un artista termina siendo una horrible persona, son nuestros valores y preferencias, no un estándar inflexible, lo que determina a nivel individual su “cancelación”… en ese entonces, me justificaba a mí mismo lo motivos por los cuales seguía viendo el cine de Roman Polanski (quien era, en mi opinión de aquel entonces, el último director vivo dentro de los mejores de la historia del cine), mientras que el sobrevaloradísimo Woody Allen sería (y sigue siendo) a partir de entonces, intrascendente para mí… si bien sigo creyendo en mi explicación del porqué nos olvidamos de algunas figuras públicas y seguimos apoyando a otras, lo cierto es que, tras la noticia de la confirmación de Evan Rachel Wood de que su violentador era Marilyn Manson, me quedó claro que hay algunas aseveraciones y auto justificaciones en ese artículo que están envejeciendo mal, y que necesitan ser actualizadas…
Este 1ro de febrero, la actriz Evan Rachel Wood confirmó lo que se rumoraba desde hace más de una década: el Shock Rocker Marilyn Manson había “horriblemente abusado” física y psicológicamente de ella durante su relación. A nadie a estas alturas, debería sorprenderle estas declaraciones… Debería ser un estándar creerle a las mujeres que denuncian violencia, no solo por la normalización de ésta última, sino porque es claro que, en una sociedad patriarcal / fundamentalista, una mujer que denuncia no gana absolutamente nada con una acusación falsa: es muchísimo más probable que se dude de su palabra, que sea revictimizada y atacada por la opinión pública, y que además de la violencia sufrida, su imagen vuelva a ser arrastrada por los medios / fanáticos / círculos sociales de los hombres que denunciaron… pero en este caso específico, se debería dudar muchísimo menos de la palabra de Wood, simple y sencillamente porque, desde siempre, (denuncias de asalto sexual en 2009 y 2018) Brian Warner ha dejado claro que es un hombre muy, muy misógino, dañado y violento.
Y no, antes de que algún GenX se ofenda, no me refiero a su personaje, ni al estigma social que los boomers le pusieron, ni a su pose escandalizadora: lo digo porque Marilyn Manson aceptó desde hace 12 años, que sí violentaba a Evan Rachel Wood y a otras de sus parejas… y si el escándalo estalla hasta ahora y no en 2009 cuando hizo dichas declaraciones, es porque la normalización de la violencia, (pero sobre todo de la violencia de género), era mucho mayor entonces; porque hace apenas 12 años nos parecía «normal» que un hombre dijera que “fantaseaba con aplastarle la cabeza [a Wood] con un mazo”; nos parecía «normal» que en una relación, ambas personas se violentaran y no pasara nada, porque “eran cosas de pareja”…
Hoy mucha gente usa los fetiches sexuales y/o posibles las parafilias de una pareja para estigmatizarla; muchas personas están acusando a Wood de que, “ya sabía en qué se metía” … pero eso, solo es parte de la misma normalización: Evan Rachel Wood tenía 18 años, y todo indica que desde tiempo atrás, siendo aún menor de edad, Manson ya aplicaba el mentado Grooming (acoso y manipulación a menores con fines sexuales) hacia ella (ahí el porqué el uso justificado del término brainwashing por parte de la actriz)…
El asistente de Manson también lo confirmó, Evan lo había insinuado desde hace 3 años, y repito carajo, el mismo MM aceptó el abuso psicológico hace 12… pero, aun cuando una década después esto por fin trae consecuencias, (de entrada, su sello Loma Vista ya lo despidió, y las series American Gods y Creepshow eliminarán sus respectivas participaciones), sus fans están haciendo pedazos a Evan Rachel Wood: Aquellos quienes se niegan a dejar de consumir a un violentador, no solo es porque representa un choque emocional, sino también porque hay, en mayor o menor media, un dejo de egoísmo: no nos importa si hizo sufrir a alguien, “a mí me hizo pasar buenos momentos…” y eso, solo es el símbolo del inmenso narcisismo en el cual estamos sumidos y que seguirá hundiéndonos como sociedades.
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Al final, como se planteaba en aquel artículo que poco a poco quedará anacrónico: ¿debemos separar al arte de su artista? Y la respuesta, sigue siendo difícil y cambiante… seguirá siendo nuestro nivel de fanatismo, valores y empatía lo que nos diga qué tan listos estamos para dejar ir a quienes admiramos después de descubrir que son personas horribles:
Hoy, siete años después, ya No espero el próximo filme de Polanski. Me duele (y es probablemente el único que me causa conflicto), porque, a pesar del perdón otorgado de su víctima, no podemos olvidar que ésta era una niña de 13 años… Frank Miller es un genio que durante el siglo XX revolucionó el concepto y alcance del cómic, adoro Dark Knight Returns y Born Again, pero eso no quita que, desde entonces, ya era un misógino, y conservador islamofóbico… Johnny Depp nunca pudo demostrar que no era un golpeador de mujeres, solo logró mostrar que Amber Heard es también una persona – casi – tan horrible como él… John Schaffer estuvo en los disturbios del capitolio de hace un mes, y aunque respeto mucho que el tipo esté listo para sacrificar su carrera por sus ideales, éstos últimos están en toda oposición a mis valores e ideologías… Esos son los míos, pero ejemplos personales, a todo mundo le van a sobrar…
Yo No admiraba a Marilyn Manson… aunque sí escuchaba de vez en cuando su música, para cuando él se hizo ultra famoso, yo ya había conocido el Heavy Metal y estaba a punto de toparme de frente con el Black, así que no me impresionaban sus intentos por llamar la atención… pero sí lo defendí cuando aconteció la Masacre de Columbine, y condené a quien lo usaba de chivo expiatorio… hoy, no me arrepiento de criticar a los reduccionistas conservadores que lo atacaban, pero sí de defenderlo a él específicamente.
…
Al final, solo puedo llegar a una conclusión: lo más fácil, lo correcto, lo menos doloroso y conflictivo con uno mismo, es claro: NO tengas ídolos. Nunca admires a un pensador/a, sino a una idea, nunca admires a un artista, sino una obra…
Puedes admirar el arte, puedes emocionarte con una película y seguir escuchando esa canción que amas, o conmoverte con ese libro o poema; puedes admirar los hechos históricos que lograron y los ideales que impulsaron… pero no a la persona.
Al final, el arte puede quedarse, pero su artista DEBE perderse… las ideas deben prevalecer y sobrevivir por sobre sus pensadores… ellos, ellas, son solo seres humanos con defectos que obviamos y bondades que admiramos, pero nunca una virtud debe cegarnos a la naturaleza humana de un ser…
«¿Se te cayó un ídolo?» Está bien, no entres en pánico, nos ha pasado… Lee más, investiga, toma tu decisión y sobre todo, no criminalizes a sus acusantes… No le difundas, no le defiendas, no le generes dinero; disfruta en privado sus creaciones, sin culpas, pero consciente de la clase de ser humano que es.
Vuelve a ver su arte con nuevos ojos y ve qué tanto te impactó: toma lo hermoso, y quédate con ese sentimiento, con ese recuerdo… pero al final, sé consciente de quién viene…
Y finalmente, saca a las personas despreciables – famosas o íntimas – de tu vida y tu futuro, sin importar las emociones y memorias hermosas que te hayan dejado…