PACHUCA – Disfuncional. Viejo. Lejano. El Palacio de Gobierno es una de las cosas que deben desaparecer en el próximo sexenio. Inaugurado el 15 de septiembre de 1970 por el infame exgobernador Manuel Sánchez Vite, el edificio ha perdido el brillo de sus años iniciales. Su arquitectura está disociada del entorno, remarcado por el gran teatro Bartolomé de Medina y los arcos de la plaza Juárez. Envejeció mal, hay que decirlo y, con cada reparación, luce peor. Por las mañanas, el sol entra indomable, insolando a quienes laboran en las oficinas del lado este; y por las tardes, la resolana de la tarde incomoda del otro lado. Por eso se han esforzado, primero, en pintar, luego, colocando cartones, maderas y hasta plásticos, afeando aún más la fachada. A propósito, no hay color que le quede. Ha sido blanco, verde, rojo, café. Y por dentro, se siente como una jaula sobrepoblada, mal señalizada, de difícil acceso a personas con discapacidad y con una distribución escabrosa. Se pensó como una sede céntrica, pero, dado el crecimiento de la ciudad hacia el sur, ha quedado alejado de la mayoría de la población. Se la comió la urbe y es incómoda hasta para los autos. Reconozcámoslo: el lugar ya dio de sí.
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Por eso es importante que el nuevo Gobierno piense en cambiar la sede del Ejecutivo a un lugar que cumpla con todas las especificaciones de acceso, funcionalidad, comodidad, impacto ambiental, diseño y ubicación. La autoridad hidalguense gasta más de 73 millones de pesos cada año en renta de edificios, según el Presupuesto de Egresos, para ubicar diversas secretarías y dependencias. Es un gasto que bien valdría la pena utilizar en áreas prioritarias como salud, cultura, servicios o educación. Sería un acto de justicia administrativa y social. Para lograrlo, la nueva administración deberá invertir en la adquisición de un terreno adecuado para edificar una nueva sede, donde puedan concentrarse todas las oficinas y la población pueda resolver todo, en un solo lugar y sin ir más lejos. Podrá entonces reservar un triángulo territorial −de esos con los que se han privilegiado a constructoras locales y foráneas−, para construir un nuevo edificio gubernamental. No es que el actual deba demolerse, si sirve; pero las necesidades del Ejecutivo lo han rebasado. Podría solucionarse su utilidad cediendo su alojamiento a la Presidencia Municipal de Pachuca, la cual lleva años desgastando un edificio histórico con peores problemas de hacinamiento y accesibilidad. Para lograrlo, pues, quien gobierne a partir de diciembre de este año sólo necesitará un poco de voluntad política.
LATA DE TORNILLOS
El reclamo del gremio periodístico hidalguense es claro: no olvidará ni dejará olvidar que el alcalde priísta de Mineral del Monte, Alejandro Sierra Tello, mandó golpear a tres periodistas durante la represión de mediados de enero. Esto es más que una consigna, es un veredicto político; y se le está haciendo tarde al Congreso local para llamar a comparecer al opresivo edil. Los días pasan y la culpabilidad se esparce como agua bajo la puerta del Legislativo. Si no hacen algo al respecto, serán condenados como quienes, teniendo la responsabilidad de aplicar justicia constitucional, prefirieron ser cómplices del más reciente atentado contra la libertad de expresión en Hidalgo.