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sábado, diciembre 21, 2024

Pachuca tiene sed (segunda parte)

La escasez del agua potable en Pachuca es uno de los primeros grandes retos que enfrentará el próximo gobierno estatal, que encabezará en Hidalgo el morenista Julio Menchaca.

El actual director de la Comisión de Agua y Alcantarillado de Sistemas Intermunicipales (Caasim), Abraham Rublúo, ha expresado que resolver la crisis que hoy enfrenta Pachuca no es sencillo. No solo se requiere una inversión de mil millones de pesos, sino que hay que tomar en cuenta que la capital del estado se encuentra en una zona con reducida disponibilidad de agua.

Según el Plan de Ordenamiento Ecológico de Hidalgo, en la entidad cuatro de sus 23 acuíferos están sobreexplotados. Uno de ellos es el Cuautitlán-Pachuca, con el cual se atiende la demanda de agua potable de la capital estatal y municipios circunvecinos. De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) se considera que un acuífero está sobreexplotado cuando la extracción excede a la recarga en un porcentaje de 10 por ciento.

Dicho en otras palabras, un acuífero está siendo sobreexplotado cuando obtenemos de ese cuerpo de agua subterránea un volumen mayor en 10 por ciento al que se infiltra cuando llueve. Este proceso, a largo plazo, representa una amenaza para las poblaciones que obtienen el agua que necesitan para satisfacer sus necesidades. Y esto justamente ocurre en la zona metropolitana de la capital del estado.

El Plan de Ordenamiento Ecológico advierte que en Hidalgo los acuíferos que utilizan más del 100 por ciento del agua que tienen disponible están donde se concentra la mayor cantidad de población y de industrias en el estado, es decir, en los denominados Valle de Tulancingo, Huichapan-Tecozautla y Tepeji del Río.

Y en el caso del Cuautitlán-Pachuca, el problema es más complejo. No sólo porque de ahí se abastece la zona más poblada de la entidad, sino porque el escaso líquido disponible también se comparte con nuestros vecinos del Estado y la Ciudad de México.

Pero si la situación no fuera ya de por sí compleja, el Monitor de Sequía de la Semarnat tiene ubicado a Pachuca como un municipio con sequía moderada, condición que la misma dependencia federal define como  aquella donde “se presentan algunos daños en los cultivos y pastos; existe un alto riesgo de incendios, bajos niveles en ríos, arroyos, embalses, abrevaderos y pozos”, por lo que “se sugiere restricción voluntaria en el uso del agua”.

Como podemos apreciar, la escasez de agua potable que enfrenta Pachuca y que ha llevado a vecinos de varias colonias a manifestarse en las calles, es un problema complejo que no sólo se reduce a problemas de infraestructura y a un alto porcentaje de fugas, sino a condiciones medioambientales que están relacionadas con la ausencia de una política sustentable en el aprovechamiento del agua.

De no revertirse esta tendencia de deterioro, el agua de los acuíferos sobreexplotados de Hidalgo se podría reducir en 17%, según el Plan de Ordenamiento Ecológico estatal.  Pero en el caso de Pachuca, podríamos asistir a un escenario peor.

El propio director de la de la Caasim, Abraham Rublúo Parra, lanzó la alerta la última semana de junio durante un operativo para clausurar tomas clandestinas de agua: si el problema continúa agravándose, las escenas que hemos visto en Nuevo León, donde se vive una sequía y escasez excepcional, podríamos verlas en Pachuca dentro de unos tres años.

@YorchAromero

Jorge A. Romero
Jorge A. Romero
Periodista hidalguense. Director editorial de La Jornada Hidalgo.

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