El PRI de Carolina Viggiano es un Titanic que está hundiéndose ante nuestros ojos. El 2 de junio chocó contra un iceberg llamado Morena. La roca fría lo partió en varios pedazos y es la hora en la que cae al mar, trozo a trozo, convirtiéndose en basura submarina. Mientras que su capitana parece decidida a hundirse con su barco, lo cual es loable, excepto por el hecho de que ella es la única que ignora que se va a pique.
Lo ignora o prefiere ignorarlo. Porque la primera etapa del duelo es la negación. Quizá Viggiano se niega a perder pues, pérdidas, ya ha tenido bastantes en los últmos años. Probablemente, eso que aún se llama Partido Revolucionario Institucional sea de lo último que la mantiene a flote, de tal modo, se aferra a este partido como tablita de salvación, igual de minúsculo.
En estas mega-elecciones del 2 de junio, la hija del cacicazgo los Austria de Tepehuacán dejó al PRI como la última fuerza política de Hidalgo. Un desastre, considerando que hace tres años era la primera de todas. El tricolor ahora es más pequeño que Movimiento Ciudadano y que el Partido Verde, de acuerdo con el conteo de votos para Ayuntamientos.
Así, el PRI pasó de gobernar los municipios más importantes del estado como Pachuca, Tulancingo y Mineral de la Reforma, además de Tepeji del Río, Apan, Atitalaquia y San Felipe Orizatlán, a sólo retener uno, uno, de 84 municipios. De hecho, perdió sus bastiones de Zempoala y el propio Tepehuacán, cuna caciquil de Viggiano Austria.
Esto significa que, antes de Carolina, el PRI gobernaba al 42 por ciento de la población hidalguense al rededor de 32 municipios. Después de ella, el tricolor apenas dominará en el 0.95 por ciento; es decir, ni siquiera en el 1 por ciento del estado, lo que implica un derrumbe prácticamente total de su influencia.
Un desastre tras otro
Con Carolina Viggiano como candidata al Senado, el PRI perdió más de 74 mil 900 votos. Pérdida que se le puede achacar a la propia Carolina pues, en su campaña a la gubernatura del año 2022, obtuvo más de 246 mil 355 votos; y en su reciente aventura a la Cámara Alta, se derrumbó hasta los 171 mil 426. Pero el caos fue mayor si se comparan los números de la elección gubernamental con los de la Presidencia de la República. En tal sentido, el PRI obtuvo 150 mil 725 votos, lo que implica una pérdida de 95 mil 630 sufragios.
Y aún hay más, ya que en la pasada elección a gobernador, Carolina Viggiano Austria perdió por una diferencia de 216 mil 599 votos. Y en su campaña al Senado, nuevamente fue derrotada pero por una diferencia aún mayor: 387 mil 046 votos frente a una candidata inexperta como Simey Olvera. En ambos casos, la distancia prácticamente es de dos a uno. O sea que cada vez que la priista ha contendido por una elección, no solamente pierde sino que arrastra consigo los votos de su partido que, con ella al frente, se ven disminuidos.
El dato que posiblemente mejor relata todo este hundimiento es que el PRI fue el único partido en esta elección que perdió votos. O sea, todos los Partidos aumentaron sus preferencias. Hasta el PRD sumó. ¡El PRD!, que perdió su registro nacional (Por cierto, este reportero había vaticinado que el priismo carolilno llegaría a los niveles del desahuciado perredismo, pero no se imaginó que tanto). No se diga Morena, que fue la organización que más creció, aumentando en más de 200 mil votos su tamaño, de la elección a gobernador a la fecha. En único que se va derrotado, y de qué manera, es el otrora poderoso partido tricolor.
Y sin embargo, Viggiano Austria no tiene intención de abandonar el poder en el PRI de Hidalgo, como tampoco lo tiene Alejandro ‘Alito’ Moreno en el PRI nacional. Ya convocaron a una asamblea nacional donde, seguramente, verán la manera de seguir en el cargo. Allá ellos y los priistas que le quedan. Se les debe reconocer que tienen la disposición de hundirse junto con su bote; a final de cuentas, fueron ellos quienes lo hundieron.