Un país es más que su capital. Lo mismo, un Estado. De manera que es imposible pensar todo un territorio y su inmensidad solamente a partir de la mirada de su centro. Si fuera así, quedarían sin advertirse una variedad de universos que tanto o más dan soporte a aquello que se llama «tierra», en el sentido político. Esto sería un acto de prepotencia imperdonable. Y peor: las decisiones que se tomen por todo un cosmos únicamente desde uno de sus puntos, rápidamente se convierten en tragedia.
Eso es algo que me preocupa el gabinete de la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum. Está lleno de nombres nacidos y con carrera en la Ciudad de México. La gran mayoría de esas personas acompañaron a la mandataria virtual en su paso por el gobierno de la capital del país. Sí, en ese sentido es lógico que se apoye de gente de su entera confianza. Mas, ¿de qué manera le puede hablar a todo un país una funcionaria que se dedicó por casi seis años a la cultura de una sola ciudad, aunque se trate de una muy cosmopolita?
Lo que se conoce en los libros, dista de la realidad siempre movible y tirante de un territorio ajeno. Un profesional formado desde el centro, ignora las realidades de la periferia (cualquiera que esta sea) y corre el riesgo de tomar decisiones equivocadas desde su sesgo centrista. Malas decisiones que sufrirá todo el país.
Me hubiera gustado mayor diversidad en la conformación del gabinete. Me hubiera gustado ver representación de todo un país en la gobernanza de todo un país; no nada más de la Ciudad de México. Me hubiera gustado que las amplias cosmovisiones que sí tiene México tuvieran un lugar en la mesa de la toma de decisiones. Pero no fue así. Y, bueno, claro que eso no podría significar que las personas llamadas a formar gabinete junto a Sheinbaum vayan a fracasar; no. Sin embargo, creo que partirán con la desventaja de la parcialidad y al resto del país nos tocará esperar a que aprendan rápido sobre multi-diversidad y que, si la aprenden, que sea sobre territorio y no de oídas y prejuicios.
